1.3. La aplicación de la perspectiva de género a los medios audiovisuales
El tratamiento de los personajes LGTB a lo largo del tiempo, ha ido mejorando sustancialmente con el progreso social, pero también con las plataformas digitales en auge, que son además ampliamente consumidas por jóvenes.
La juventud y las nuevas realidades sociales se han abierto paso en la pequeña y la gran pantalla. Cada vez es más frecuente encontrar una normalización de las relaciones homosexuales en la ficción, así como la aparición no marginal sino protagonista de alguien del colectivo trans, como es el caso de ‘Euphoria’ de HBO, o el reciente estreno de ‘La Veneno’.
Sin embargo, la aparición de estos nuevos personajes, bien en series de nicho específicas sobre un colectivo, o en generalistas con presencia LGBT como un elemento más, no ha supuesto que la línea argumental de la ficción les favorezca precisamente.
A diferencia de las clásicas historias de amor heterosexual donde suele haber final feliz, con los personajes LGBT los guionistas padecen el que se ha denominado el “síndrome Lexa”, que hace referencia a una de las muertes más absurdas e ilógicas que se han visto en los últimos tiempos.
Lexa es un personaje de ficción de la serie producida por CW de ciencia ficción The 100. La trama de esta serie transcurre en una distopía postapocalíptica dentro de 200 años, donde una guerra nuclear acaba aparentemente con la vida en la Tierra
En la tercera temporada aparece Lexa, la líder de una de estas tribus arcaicas al más puro estilo cavernícola. Interpretada por la australiana Alycia Debnam-Carey, el personaje es identificado fácilmente por su rudeza, valentía, convicciones y por el respeto que causa para con los suyos. En esta historia, los líderes o comandantes de las tribus son los primeros en la línea de batalla, por lo que se parten la cara literalmente contra el enemigo y por ello y otras cuestiones son venerados como dioses.
En un punto de la trama los intereses de la tribu principal de Lexa, y la colonia de los ‘seres del cielo’ de Clarke Griffin, entran en conflicto, y surgen unos encuentros entre ambos personajes que con el tiempo dan lugar a la chispa del amor. Esta relación ayuda a crear una coalición entre ambas sociedades, pero también a visibilizar el empoderamiento femenino. Los dos personajes ejercen el liderazgo de su gente sin estar supeditadas a ningún varón, aunque si cuentan con oposición. Y no por el hecho de ser mujeres muestran las debilidades clásicas, sino todo lo contrario. Son ellas, como uno más, quienes protegen a los suyos, pero también como efectos de ser líder, quienes asumen las consecuencias de sus malas decisiones.
Un día, tras una etapa de gran intensidad y tensión, en la narrativa y la relación de los personajes, Clarke y Lexa hacen el amor con una escena muy pasional. Justo después y sin venir a cuento un secuaz de la tribu, escéptico de la alianza con Clarke, intenta asesinarla con una pistola con la que no acierta en ningún momento, hasta que una bala perdida acaba con la vida de Lexa, que pasaba por allí de repente. Una guerrera de los pies a la cabeza, luchadora de élite, que había visto la muerte más que nadie, acaba muriendo de la forma más absurda posible cuando la relación lésbica estaba en su punto más álgido.
Las redes sociales pronto se hicieron eco de la barbarie narrativa que se había producido y achacaron el motivo de la muerte de Lexa a su condición sexual. El showrunner
Jason Rothenberg se arrepintió semanas después del final de un personaje que se hizo muy famoso en Estados Unidos por el paso adelante en la inclusión LGBT que supuso.
“En el mundo del show nadie ni nada está a salvo. Incluso un personaje querido puede morir en cualquier momento […] Los 100 es una serie postapocalíptica, una lucha por la vida y la muerte constante. Las relaciones comienzan siempre con una pregunta: ‘¿Puedes ayudarme a sobrevivir hoy?” dice Jason Rothenberg en su comunicado lamenta la repercusión negativa de la muerte de Lexa en RRSS, que se llevó a cabo bajo el lema “Bury our gays” (quemad a nuestros gays).
Lo cierto es que más allá de esta polémica, en aquel año 2016 otras series mataron a sus personajes lésbicos y bisexuales (The Walking Dead con Denise, Jane the virgin con Rose, Blindspot con Bethany, Jessica Jones con Wendy, Last tango in Halifax con Kate…). No fueron los primeros ni serán los últimos.
Pero la clave de este “síndrome Lexa” está realmente en la justificación que tengan o no las acciones que se ejercen sobre los personajes. La inclusión LGBT forma parte de una positiva representación de la sociedad diversa que hoy día tenemos, también en la ficción. Es bueno crear personajes de este colectivo siempre y cuando su papel no caiga en clichés o se usen como simples ganchos de promoción de las compañías para publicitar su imagen LGBT-friendly.
Es cierto que si bien la aparición del colectivo está cada día más normalizado el tratamiento de sus personajes no tanto. Siempre muere alguno y de la forma más tonta para acabar con un drama y no con final feliz. Si la muerte o la acción están bien justificadas no debería haber problema, pues un personaje LGBT para mí, es uno más, aunque esto no siempre pasa.
Tampoco hemos de dejarnos llevar por el simplismo o las teorías fáciles. Se criticó a The 100 porque la muerte de Lexa era indiscutiblemente por su condición sexual, cuando la verdad fue que la actriz Alicia-Debnam Carey firmó un contrato con The Walking Dead y había que darle una salida rápida al personaje para liberar a la actriz. ¿Casualidad?
La muerte de un personaje de ficción como el de Lexa ha dejado un legado que va más allá de la serie. Ha causado el ruido suficiente para concienciar a guionistas y creadores que a estos personajes no se les puede seguir usando como piezas de usar y tirar. Hasta entonces, queda todavía mucho camino para normalizar de una vez por todas al colectivo LGBT en las historias de ficción.