2.1 Los orígenes de la televisión
Resulta sorprendente la creación de la televisión. Un pequeño aparato derivado de la idea del cinematógrafo que podías colocar en tu salón y recibía imágenes a distancia. Su primera emisión data de 1927. Conseguimos la televisión antes que la comercialización del pan en rebanadas (parece un chiste, pero en parte es cierto). Y desde que comenzó a ganar popularidad, la televisión ha sido duramente criticada, especialmente en sus inicios, por “atontar” a la población. Algunas de estas posiciones tan arcaicas siguen vigentes a día de hoy. Yo de niño todavía oía eso de que ver mucho la televisión provocaba miopía. Y como miope que soy desde muy temprana edad, me hicieron creer que esa era la razón. Hasta que estudié física básica y biología en el instituto y me enteré que la televisión poco tenía que ver con mi visión. Y desde entonces empecé a ver como simios a las personas que todavía pregonan esas mentiras (porque las hay). Bien es cierto, todo sea dicho, que la continuada exposición a luz del televisor puede producir ciertos daños en la vista, pero como cualquier foco de luz. No veo a nadie culpando al sol de su miopía. El punto al que quiero llegar con esto es que cualquier excusa es buena para meterse con la televisión.
Diría que (como muchas otras cosas en la vida) este odio irracional hacia la televisión viene de la religión. “Aquí va este zompo a meterse gratuitamente con la televisión”, pues sí. Siento tener razón y apoyarme en la memoria histórica. Ojalá no fuera así y que toda nuestra historia fuera un mundo de arcoíris. Y es que los avances de la ciencia siguen siendo repudiados por un amplio sector de religiosos a día de hoy (vale la pena recordarlo que parece que hablemos de hace dos siglos), véase el cambio climático y la teoría de la evolución. La televisión no es para menos. A día de hoy todavía hay gente que no entiende cómo funciona un televisor o un móvil. Y no hablo de aspectos técnicos definidos al milímetro como si todos fuéramos ingenieros en telecomunicaciones por haber nacido en la era digital. Hablo de lo básico, básico. Alguna persona he visto por ahí afirmar que la televisión produce cáncer. En fin. Pues ahora imaginad una emisión en los años 20 en EEUU, un país bastante religioso en general, o la primera emisión de TVE en España en el año 1956, en plena dictadura. Esa clase de tecnología era cosa de brujas. Evidentemente para haberse comercializado en el país, tendría que haberse aceptado mayoritariamente como un aparato “inofensivo”, pero más bien se intentó blanquear debido al potencial que tenía para transmitir propaganda del gobierno. Aunque eso da para otro tema.
La cuestión es que el odio hacia la televisión viene de sus orígenes. Y como ya he dejado caer, es completamente irracional e inmerecido. Y esto viene de una persona que lleva más de un lustro sin ver la televisión y que nunca ha comprado una (ni pensado en comprar). Pero mi desprecio viene de la programación. De la privatización del contenido televisivo y la banalización de la información. En lo que respecta al invento en sí, resulta sorprendente. Incluso a día de hoy es impresionante pensar que se consiguió algo así en los años 20, cuando alguno de los inventos más relevantes que se lanzaban al mercado eran las aspiradoras. Con respeto a los creadores de las aspiradoras, creo que las televisiones están a un nivel superior en cuanto a avances de lo que la tecnología permite. Y es que eso que he dicho de que es un derivado del cinematógrafo significa que la idea de los Lumiere con ese invento, la de mostrar partes de todo el mundo de forma global, se divulga todavía más. Desde ese momento ya no necesitas moverte del sitio para poder observar la otra punta del planeta (aunque esa clase de emisiones no llegarían hasta más tarde, pero entendemos mi punto).
Además, cabe recordar que la televisión fue un paso astronómico en cuanto a innovación en la que derivarán por ejemplo los dispositivos móviles. Esa forma en la que las imágenes se convierten en ondas que viajan a través de una señal y llegan a un dispositivo donde se decodifican y se vuelven a transformar en imágenes no es nada sencilla. Especialmente para los años 20.
Pero claro, llegó probablemente en el peor de los momentos. Cuando la televisión comenzara a ser un aparato imprescindible dentro de los hogares de todo ciudadano que se precie, la gente vivía cosas como la segunda guerra mundial o más tarde la guerra fría. Y como no podía ser de otra forma, la televisión sufrió el mismo destino que sus hermanas mayores la prensa escrita y la radio. Ese, y no años más tarde, fue el momento en el que la televisión dejó de ser un invento magnífico y lleno de posibilidades y selló su destino como una herramienta de “el poder” para su uso personal. Pongo el poder entrecomillado porque me refiero a todo aquel que pueda controlar la televisión. El ejemplo fácil del que he hablado son los mismos gobiernos. ¿Qué gobierno no querría tener un control absoluto sobre toda la programación de la televisión? Pasa. Con las televisiones públicas. Y no hablo ya de España actualmente, aunque ejemplos esperpénticos de abuso de poder hay a puñados, sino de otros países que no son tan afortunados y harían que los conspiranoicos que dicen que España es una dictadura se mojaran los pantalones. Y lo peor es que antaño la situación era muchísimo peor.
Pero la vida sigue. El mundo “prospera”. Los ricos se hacen más ricos y muchos tienen más poder como individuos que varios países del mundo juntos. Sorprendente que esta información de dominio público no haya provocado ya varias masacres, pero una vez más me voy del tema. La cuestión es que ahora, en la época de lo privado, el que gana es el que tiene el dinero. Y a lo tonto podría decir, así sin contrastar información, que podría contar a los auténticos dueños de las cadenas de televisión con los dedos de una mano. ¿Y qué tiene que ver esto con los orígenes de la televisión? Pues como ya he dicho antes, esto era algo completamente predecible. Al menos para quién tuviera el interés para verlo. Ha ocurrido con la televisión lo mismo que ocurrió con la radio y la prensa. Todavía me sorprende que se hayan provocado guerras únicamente por falacias y desinformaciones impresas en papel. Y todavía confiamos en estas tonterías. El cine no ha sufrido el mismo destino porque en esencia no es un medio informativo. No nos equivoquemos, se ha usado como medio propagandístico, evidentemente. Pero usarlo como reclamo para X ideología no tiene el mismo efecto que hacerlo a través de los medios de comunicación e información, ya que estos son en los que la gente confía (desgraciadamente) para formarse una opinión.
Como creo que me estoy repitiendo, porque sinceramente este es un tema que me parece muy trivial, voy a intentar concluir con esta reflexión. La televisión fue un gran invento que rara vez se ha usado de una forma inteligente y desinteresada. Pero bueno, los números no engañan, fue y sigue siendo un éxito. Vino para quedarse y no se sabe cuándo se irá. Creo que la peor broma de todas, es que la parrilla televisiva esté tan dominada por la telebasura. Porque es ganar dinero sin esfuerzo. Ganar dinero a la vez que intentas inculcar tu ideología es muy mezquino. Pero programar un contenido con el único objetivo de ganar un beneficio económico me resulta… Triste. Bastante pobre y poco inspirado. Los grandes villanos de la historia se han ido atontando con el tiempo. Tal vez sea por ver tanto la televisión.