Bélmez: los retratos del franquismo. -David Olcina

2.3 La televisión en España durante la dictadura

Aquel primero de abril de 1939 marcó un antes y un después en la historia de nuestro país. Con la comunicación del último parte de guerra civil acabó uno de los episodios más sangrientos y recordados de nuestra dilatada memoria. “La guerra ha terminado”, concluyó Fernández de Córdoba, locutor de radio, aquel día. Con el establecimiento de una dictadura que duraría 40 años, España entró en una espiral de restricciones y duras normas que en la gran mayoría de las ocasiones acababan con la muerte de aquel que, o bien no las acataba, o bien no pensaba de la misma manera.

Entre todas estas limitaciones de libertad, destaca la dura censura a la que fueron sometidos los grandes medios de comunicación en todos sus ámbitos. El NO-DO era el principal eje propagandístico del régimen en televisión. Este programa era presentado tanto en la televisión (llegada al país en los años 50-60) como en las salas de cine antes de la proyección de las películas. Fueron miles y miles de noticias las que el gobierno franquista quiso silenciar con el fin de mostrar a sus ciudadanos la perfección de un país que se destruía en silencio, que era peor vista a los ojos de la comunidad internacional y que reflejaba un serio retraso en las libertades individuales y derechos humanos.

Bien, pues, Bélmez de la Moraleda, un pequeño pueblo a los alrededores de Jaén, fue uno de los lugares de la península que más sufrió las presiones más poderosas del régimen si hablamos de censura. A principios de los años setenta, en pleno recta final de la vida del caudillo, María Gómez Cámara, un ama de casa y madre de un par de hijos, se encontraba en el suelo de su casa una especie de silueta que reflejaba una extraña cara. Los vecinos de la zona fueron se hicieron eco de este extraño hallazgo y convocaron peregrinaciones de curiosos con el fin de descubrir por sus propios ojos estas enigmáticas faces. Uno de los hijos de María, harto de estas convocatorias de curiosos, rasgó el suelo y eliminó estas misteriosas siluetas. Parecía que esto acababa aquí. En una curiosa anécdota de un par de cientos de vecinos y poco más.

Uno de los rostros aparecidos en 1972. Fuente: ABC

Uno de los rostros aparecidos en 1972. Fuente: ABC

Pero no. A la semana de este intento de eliminar ese rostro apareció de nuevo otra nueva cara con la semejanza del Señor de la Vida. Como es de prever, la prensa local fue la primera en hacerse eco de estos paranormales hechos antes que la televisión. El diario Pueblo, bajo la atenta mirada del periodista Antonio Casado, aumentó su tirada en 25.000 periódicos con el seguimiento de las ya llamadas “Caras de Bélmez”. Televisión Española no había considerado todavía la necesidad de un caso que, el cualquiera de los casos, podría perjudicar la imagen de la Iglesia, una de las instituciones más laureadas y con más repercusión durante la dictadura franquista.

El alcalde entonces de esta localidad jienense Manuel Rodríguez, ordenó la excavación en la casa para conocer de manera más “lógica” el por qué de todo aquello. El resultado fue el hallazgo de varios restos humanos del silgo XII, confirmando que esta casa fue construida sobre un cementerio de la época. Este hallazgo arqueológico encendió las alarmas de todos los curiosos y amantes del misterio. Llegaron a agolparse casi 10.000 personas al día en el pequeño pueblo de Bélmez de la Moraleda para adorar un hecho paranormal en una dictadura católica.

Cómo no podía ser de otra forma, el caudillo se puso manos a la obra en su intento de desprestigiar uno de los tsunamis sociales más grandes de la dictadura. Pese a que la Ley de Prensa impuesta por Fraga en 1966 “ponía fin” a la censura, hubo una corriente de persecución hacia este suceso por parte de las grandes esferas del gobierno. El ministro de la Gobernación de entonces, Camilo Alonso Vega, envió en 1971 al parapsicólogo José Luis Jordán con un equipo para investigar el asunto. “Nosotros volvimos convencidos de que todo era un pequeño fraude, aunque no creo que la dueña de la casa fuera responsable. Para nosotros no había evidencia de que fuera un fenómeno paranormal”. Con estas palabras se quiso poner fin, de una vez por todas, a este supuesto fraude.

El trato en televisión fue tan efímero que si queremos documentarnos en la actualidad de este caso en televisión tenemos casi que remontarnos al 2012 a través del especial de Cuarto Milenio bajo el nombre del tema que se aborda en este tema: la censura. Televisión Española quiso no darle más importancia que al de un puñado de fanáticos alrededor de unas caras pintadas bajo un fraude de una señora. Sin embargo, estas caras no dejaron de aparecer e incluso de cambiar de posición.

Antonio Casado, periodista de Pueblo, recuerda en Cuarto Milenio aquellos días junto a sus compañeros de otros medios en como desde los altos estamentos y la televisión al servicio del estado quisieron silenciar este caso porque no les interesaba dar esa imagen al resto del mundo. “Esto ha ocurrido siempre en la historia. Copérnico y Galileo dieron soluciones alternativas a la realidad que se conocía y fueron perseguidos por los altos mandos con el fin de silenciarlos. Con las caras quisieron silenciar el sentido común con algo claramente heterodoxo”, concluía el periodista andaluz en el programa de Iker Jiménez.

Es tan la evidencia de censura por parte del gobierno que, un estudio realizado por orden del Ministerio de Gobernación plasmó que las enigmáticas faces habían sido pintadas con materiales como estaban hechas con silicato cálcico diluido, unas, y con sales de plata las demás. Sin embargo, otros estudios realizados posteriormente al franquismo descartan rotundamente que se hayan hecho con utilizado estos materiales. Estos fueron alguno de los argumentos por los que la televisión al cargo del régimen quiso desprestigiar un hecho tan espeluznante como increíble.

Una de las caras expuesta en el suelo de la casa de Bélmez (1972)

Una de las caras expuesta en el suelo de la casa de Bélmez (1972)

Las caras de Bélmez fueron un ejemplo más del poder que ejercía los altos cargos de la dictadura con la elección de cuales eran los contenidos “válidos” para transmitir a sus ciudadanos. Lo esotérico, parapsicológico, lo misterioso y aquello que desafiase los límites de la Iglesia, desde luego, no tendrían cavidad en una sociedad que pese acercarse al fin del régimen perdieron una oportunidad única de conocer, como dicen los periodistas especializados en estos temas, uno de los casos paranormales más impresionantes de la historia de nuestro país.

Gracias a la democracia y a la gran cantidad de medios de comunicación de los que nos informamos hoy en día, podemos conocer desde este tipo de casos a los que menos repercusión tienen. Pero, ahora pienso en todos aquellos expedientes archivados que no han salido a la luz por el mero hecho de dar una falsa imagen de un país que pensó que era perfecto ocultando información a los que les dieron de comer, sus ciudadanos.

Napoleón Bonaparte decía que “aquel que no conoce su historia, está condenada a repetirla” y creo que no puede ser mas acertado. Los medios de comunicación y en especial las grandes esferas responsables de las televisiones públicas, deben conocer la historia que vivimos hace apenas 60 años. Historia (o lo que conocemos de ella) marcada de una censura que privó a nuestros abuelos y padres de conocer las historias más impresionantes de un país que el misterio, el deporte, la cultura y la música regalan miles de historias que la televisión debe dar a conocer. Así solo, con libertad de prensa, habrá democracia.

David Olcina

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