2.El enfoque cultural aplicado a los medios audiovisuales y su contextualización histórica
Que los medios audiovisuales influyen en el comportamiento de la gente es un hecho irrefutable. A lo largo de los años hemos sido conscientes de lo que es capaz de producir en el espectador: la narración de Orsen Welles de La guerra de los mundos para la radio, la falsa cobertura de la televisión estadounidense con la Guerra de Vietnam o el reciente engaño con el concursante de Pasapalabra y su supuesta victoria
Los medios audiovisuales nos producen cambios en nuestra manera de ser y pensar, aunque no nos demos cuenta. Es por ello que son una herramienta peligrosa, y al mismo tiempo, positiva.
Comportamientos
Nosotros, como seres conscientes e inteligentes, tenemos que evaluar el riesgo de lo que consumimos. En la programación televisiva, por ejemplo, nos encontramos multitud de programas nocivos. Estos shows, hechos para entretener, enseñan prácticas y modales que socialmente no son aceptables, pero que, al aparecer en televisión, se convierten en algo divertido y entretenido.
Y claro, mucha gente piensa que es solo un simple entretenimiento. De acuerdo, puede ser, pero aquí entra en juego el inconsciente, esa parte del cerebro que influye en el comportamiento de un sujeto sin que haya voluntariedad por parte de este. Aquí es donde reside el peligro de los medios audiovisuales, ya que podemos adaptar ciertos comportamientos que no deberían darse.
Es por ello que es muy importante educar a los espectadores. No se pueden prohibir programas, pero sí prevenir sobre los riesgos que conllevan. La educación es el primer escudo protector ante los peligros de cualquier tipo. Una persona que desde su niñez se le ha transmitido la imagen de que la televisión es un reflejo de la vida, pues con toda probabilidad adoptará ciertos comportamientos erróneos. Por supuesto, aquí juegan un papel clave los tutores de cada alumno, además de los profesores.
Además, si lo anterior no funciona, hay que recurrir a lo siguiente: las televisiones también deberían proteger a su audiencia. Lo sé, esto es como pedirle peras al olmo, ya que los jefazos de la televisión nunca se pegarán un tiro en el pie. Ante esto, se podría instar a las instituciones a pedir más responsabilidades a los productores de ciertos programas. Por ejemplo, que antes de la emisión de un espacio, aparezca un cartel que ponga “todo lo que se ve aquí no es una representación de la realidad”.
Sin embargo, también existen influencias positivas en la televisión. Hay programas como Saber y ganar, Aquí la tierra u otros educativos que buscan entretener e impregnar conocimiento. Son espacios televisivos blandos, que no hacen ningún mal a nadie.
Por desgracia, estos programas, en líneas generales, tienen mucha menos audiencia que los planteados anteriormente como negativos. Dejando un lado el hecho de que la gente prefiere el entretenimiento, algo completamente normal, esto es síntoma de que gran parte de la sociedad no está acostumbrada a consumir ciertos productos. Y no hablo de la televisión solamente, sino que aquí entran en acción otros formatos como la radio o el documental.
Hasta ahora me he centrado en la televisión porque es donde más abundan los productos de telebasura. En otros medios audiovisuales, el contenido, en líneas generales, suele ser de más calidad y menos nocivo para el comportamiento. Sin embargo, la reina de las audiencias, la que más espectadores tiene, es la televisión, y en este medio los programas más blandos suelen tener baja audiencia. No hace falta hacer una investigación para averiguar que llaman más la atención los gritos o las infidelidades que un reportaje sobre el peligro de la contaminación medioambiental.
Si antes he comentado que había que educar a los más pequeños contra los peligros de ciertos programas, también hay que enseñarles a que consuman productos didácticos y cultos. Asimismo, también hay pedir a las instituciones que ayuden a patrocinar este tipo de programas.
Otros medios audiovisuales, como los videojuegos, entran también en esta pugna de lo correcto e incorrecto. Como ejemplo extremo, está el caso de José Rabadán, un español que, con tan solo 16 años, asesinó con una espada samurái a sus padres y su hermana. Cuando la policía le detuvo, confesó que se había inspirado en el Final Fantasy VIII. Aclaro que aquí el juego no tiene culpa de nada, pero es un ejemplo que demuestra la importancia de educar sobre los medios audiovisuales.
En cualquier caso, no se trata de que todos seamos unos borregos que siguen al pastor. La libertad, en cualquier ámbito, es muy importante, por lo que cada uno es libre de consumir lo que quiera, incluso si es un programa de telebasura. Sin embargo, es tarea de todos el promover lo que es correcto, lo educativo, lo que ayude a la sociedad a avanzar. Los medios audiovisuales son una herramienta muy importante con la que se puede influir, para bien, a todos los individuos, independientemente de ideologías y formas de ser.