5.4. Internet
La utilización de los ordenadores se ha disparado tanto que actualmente se podría considerar extensiones del cuerpo, prótesis de este.
El trabajo, la escolarización en casa y el entretenimiento se ha llevado a cabo mediante la red, provocando el aumento de la venta de ordenadores portátiles en el mundo. Este hecho se ha propiciado por la pandemia del Covi-19, ya que la gente se ha visto obligada a tener en su hogar al menos un ordenador.
El segundo trimestre del curso 2019-2020, la situación mundial llevó a confinar a las personas haciendo así que la mayoría de los colegios impusieran las clases online, o repasado las materias ya aprendidas con deberes y ejercicios que llegaban a través de correo electrónico o por plataformas digitales. Pero este hecho produjo consecuencias, a corto y a largo plazo.
Isabel Celaá, la ministra de Educación reconoce que: “La escuela es insustituible, y que la enseñanza On-line, por sí sola, no funciona. Hay niños que no tienen acceso a Internet ni a un ordenador, es lo que se conoce como ‘brecha digital’”. En España se estima que medio millón de niños no disponen de un ordenador y 100.000 hogares no tienen acceso a Internet.
Ejemplo de ello han sido familias con niños que tenían que hacer sus deberes y no disponían de wi-fi o tenían que imprimir fichas y les era imposible, como explica la familia de Estíbaliz para el diario.es en la noticia titulada: “Escuela online sin ordenador ni internet en casa: la otra batalla con la que tienen que lidiar las familias más vulnerables”.
Claro es que el hecho de que las escuelas estuvieran cerradas y los niños estudiasen desde casa resaltaba mucho más las desigualdades sociales y era especialmente perjudicial para los niños que vivían en condiciones más desfavorecidas.
La psicóloga y logopeda, Ana Carrillo, explica en el periódico la vanguardia: “que los problemas conductuales ya se estaban observando dentro del episodio, por lo que se podrían dar también con posterioridad”. Entre estos efectos conductuales más comunes encontramos trastornos de conducta desafiante o trastorno explosivo intermitente, según detalla la experta.
Por lo tanto, un niño que tenía un trastorno por déficit de atención puede experimentar un aumento de sintomatología, con agitación e impulsividad. Además, quienes presentaban una personalidad introvertida, pueden aumentar aun más su timidez y en ocasiones ocasionarle ansiedad ante situaciones sociales. Es decir, aquellos que ya contaban con falta de habilidades sociales, pueden presentar dificultades en retomar el contacto con otros iguales por esas carencias.
Por otro lado, como consecuencia a la crisis económica producida por el Covid-19 y el impacto económico que esta generará en las familias también afectará de forma duradera a los niños. Muchas veces creándole inestabilidad y trastornos psicológicos.
Expertos informan que debemos estar preparados para estos cambios por si nos encontramos un segundo confinamiento que los niños no se vean en esta tesitura porque al igual que para los niños es desagradable para los padres muchas veces es peor, ya que no pueden darle una educación como al resto de niños.
En conclusión, para no causar tanto problema en los niños se recomendaba organizar un plan estructurado para desarrollar con sus hijos. Así como dejarle tiempo para tareas y ocio, siempre controlado y con un control de las paginas donde el niño o niña entre. Además, tanto el profesor como los padres deberían proponer actividades variadas, que no necesariamente se necesite un ordenador, que permitan la adquisición de las habilidades cognitivas y sociales propias de esta edad estando alejados de la presencialidad.