3.1 Historia y evolución de la radio
La radio en sus inicios supuso una revolución sin precedentes para el mundo de la comunicación. A pesar de que los periódicos y los diarios escritos ya existían y otros medios como el cine empezaban a nacer, la radio se convirtió rápidamente en el principal medio de entretenimiento para millones de personas. Las familias se reunían en los salones de sus casas cada tarde después de trabajar o estudiar para escuchar su emisora. Algunas cadenas vieron en la radio una oportunidad de contar historias que engancharan a la población, como si del teatro o de la literatura se tratasen. Nacen así las primeras radionovelas o seriales, un género de entretenimiento que transformó y aupó la radio a su máximo esplendor.
El primer gran ejemplo de este género lo podemos encontrar en Gran Bretaña en 1923. La entonces recién creada British Broadcasting Company (BBC) consciente de las dificultades para compatibilizar el acudir a los teatros con la jornada laboral, las tareas domésticas o la falta de tiempo decidió emitir dentro de su programación una adaptación radiofónica de la novela Noche de Reyes de William Shakespeare, una comedia popular de gran éxito en la época que cuenta una entramada historia de amor que se inicia en la noche de Epifanía. Esta primera emisión de gran éxito serviría como precedente para el desarrollo del género en el país británico que en las décadas siguientes adaptaría novelas de autores como Conan Doyle o Agatha Cristie a través de la radio.
La fórmula de los seriales mostraba el gran poder de los medios de comunicación de masas que estaban transformando radicalmente la sociedad. Se consiguió que personas en cada país de distinta ideología política y clase social escucharan atentamente las historias que contaba la emisora. Era una forma artística muy novedosa que se alejaba de todo lo conocido hasta el momento. Existían el teatro y la literatura y la cultura ya estaba bastante desarrollada y empezaba a ser accesible para casi todo el mundo, pero el hecho de escuchar directamente a la radio susurrando con ese carácter íntimo y próximo las historias, daban rienda suelta a la imaginación y fascinaba a los oyentes.
En las décadas siguientes el género saldría de Gran Bretaña con formatos algo diferentes para expandirse por todo el mundo. Especialmente destacable fue su presencia en los medios estadounidenses que no solo adaptaban novelas tradicionales al medio sino que ya creaban seriales surgidos específicamente para ser contados a través de la radio. Nacen historias como El llanero solitario o el Avispón Verde, que más adelante se desarrollarían para la televisión y el cine. Personajes y héroes que mitificaban las historias de la América Profunda que tan importantes son para entender su cultura. También se difundiría tímidamente por Sudamérica y México, desligándose un poco del teatro y centrándose en historias populares propias.
Pero si hay un hecho que marca para siempre la historia de los seriales y que muestra a la perfección el enorme poder que llega a tener la radio como primer gran medio de comunicación de masas es el episodio de La Guerra de los Mundos de Orsone Welles en 1938. El joven narrador que más adelante se convertiría en un icono de Hollywood y de la historia del cine, ya despuntaba como contador de historias y había realizado para la conocida emisora Columbia Broadcasting Company (CBS) interpretaciones de novelas clásicas como La Vuelta al mundo en ocho días, El conde de Montecristo o Los miserables. El 30 de octubre de 1938 coincidiendo con la previa de la noche de Halloween y un contexto político muy convulso con la amenaza internacional del nazismo y con la mirada puesta en un estallido de la Segunda Guerra Mundial, el joven Welles decide narrar una adaptación de La Guerra de los mundos de H.G Wells, una novela distópica de ciencia ficción que habla sobre la invasión de los extraterrestres a la Tierra.
Al principio de la emisión, que duró 59 minutos, se explicó que se trataba de una historia de ficción que iba a ser reproducida de manera oral en la radio y que en ningún momento se trataba de un hecho real. La forma narrativa que utilizó Welles para contar la historia, en forma de falso noticiario confundió a la población, que en muchos casos no conectó desde el principio con la emisión y se encontró con una supuesta invasión alienígena que amenazaba con destruir la Tierra. Se sembró el caos en la ciudad de Nueva York, donde teóricamente se sucedían los acontecimientos, con miles de oyentes corriendo por las calles y múltiples llamadas a las comisarías de policía. Esta historia catapultó a Welles a la cima y consolidó a la radio y especialmente a los seriales como un medio de entretenimiento de gran éxito.
En España estos seriales tardaron más tiempo en llegar por la menor difusión de la radio y cuando lo hicieron fue bajo unas condiciones de estricta censura promovidas por el Franquismo. En un primer momento nacen como historias episódicas conformadas por actores de la época destinadas sobre todo al público femenino, que era el que se encontraba en casa y con la radio a su disposición en casi todo momento. En la década de los 50 se empiezan a popularizar cada vez más hasta convertirse en el producto estrella de la radio española. Nacieron seriales como Matilde, perico y periquín, El Coyote o La gallina Marcelina que contaban situaciones muy alejadas de la España de la época.
Los seriales aprovecharon su apogeo ante la escasa difusión de la televisión para expandirse como un gran medio de entretenimiento para la población española. Pronto las emisiones en la radio pasaron a los teatros donde se concentraban un gran número de personas para escuchar las historias en directo. Podemos hacer una distinción técnica entre las radionovelas y el radioteatro que es el género que en ese momento empieza a desarrollarse. Una es una emisión más cercana a la literatura, estructurada por capítulos que terminan normalmente en su punto más alto para intentar mantener el interés del espectador para el siguiente capítulo. La otra tiene un montaje mucho más cercano al teatro, con una obra completa que acaba y termina y que es algo más compleja de realizar.
Emisoras como Radio Nacional de España o la Cadena Ser alcanzarian su cénit y máximo pico de oyentes en esta época gracias a su apuesta por los seriales. Cabe destacar que aunque estas historias estaban desligadas totalmente de la política y en los escasos programas en los que se podían vislumbrar ciertos guiños a las autoridades o a sucesos del momento eran siempre en favor del Régimen, el Franquismo vigilaba atentamente las emisiones, demandando los libretos del programa con antelación y vigilando rigurosamente la publicidad y los patrocinadores de la cadena.
Con la llegada de la democracia, el fin de la censura y el avance tecnológico de otros medios como la televisión o el propio cine, los niveles de audiencia de los seriales no fueron nunca los mismos. A pesar de ello a finales de los 70 y sobre todo en la década de los 80 aún nacían nuevas novelas radiofónicas. La más destacada probablemente sea El viaje a ninguna parte de Fernando Fernán Gómez, un conocido serial que pasaría a ser adaptado a la literatura posteriormente convirtiéndose en una de las novelas más famosas de la historia reciente de España. Ya no se llenaban los teatros ni tenían la popularidad de antaño pero los seriales fueron sobreviviendo en el tiempo hasta quedar olvidadas en el limbo de la historia ante el imparable avance de otras nuevas tecnologías.