Duelo en la madrugada – Pedró Moltó

3.6.- La radio y la transición democrática en España

GDLMCuando cae la noche, el taxista, el repartidor de prensa, el vigilante de seguridad, el conductor del camión de la basura, el transportista, o el sanitario que hace guardia, entre otros, tiene muchas veces como única compañía a la radio. Y la radio en España, a esas horas, es sinónimo de información deportiva.

Tenemos la costumbre, al contrario que nuestros vecinos del resto de Europa, de alargar la jornada hasta donde sea posible. Sólo eso explica que nuestro prime time televisivo sea casi a las 23 horas. Y la radio va más allá, con el fenómeno de los programas deportivos a las 00:00 desde hace décadas.

En 1972, el periodista madrileño (aunque asturiano de adopción, como siempre recuerda) José María García, inicia su andadura en la Cadena SER dentro del programa informativo Hora 25, quedando relegado a las doce de la noche como responsable de la información referente al deporte. Sin embargo, pese a lo que en principio parecía una decisión no sólo arriesgada, sino claramente encaminada a llevar dicho espacio a lo anecdótico, termina resultando un rotundo éxito. García lidera las audiencias y su personalísimo estilo radiofónico traspasa las barreras de lo meramente periodístico, con lo que empieza a formarse su imagen como icono cultural de la España de aquellos años. Y los posteriores. Porque García reina en la radio española durante muchísimos años. Tras su abrupta salida de la SER, ficha por Antena 3 de Radio y nace el emblemático (y un poco egocéntrico, todo sea dicho) Supergarcía, programa donde este periodista dirige con mano de hierro una línea editorial absolutamente personalista.

Tener como enemigo a García aquellos años era sinónimo de muerte civil. Así, famosos eran sus ataques a diversos dirigentes deportivos (como el expresidente de la Real Federación Española de Fútbol, Pablo Porta, al que llamaba “Pablo, Pablito, Pablete”) e, incluso, políticos y empresarios de gran calado en la sociedad de aquel entonces. García era temido y todo el mundo sabía de su capacidad para influir en los oyentes. Sus frases hechas y originales insultos eran imitados por todo el mundo. “Lametraserillos”, “abrazafarolas” y “correveidile” son algunas de las palabras que García convirtió en populares entre gran parte de la población.

Dado que no existía competencia real contra García, la Cadena SER decide dar un paso adelante y plantar cara al rey de la noche radiofónica. Es así como, en 1989, nace un nuevo espacio dedicado al deporte llamado El larguero.

El larguero comenzaría su andadura de la mano de un joven y desconocido periodista llamado José Ramón de la Morena. Nacido en la localidad madrileña de Brunete, De la Morena apuesta por un estilo muy diferente al de su principal rival. Con un tono más cercano y simpaticón, ofrece entrevistas amenas y le gusta transmitir cierta imagen de “paleto” de pueblo para conectar con las clases populares, frente a la seriedad absoluta transmitida por García.

Surgen otros programas radiofónicos nocturnos, como es el caso de Goles, con Pedro Pablo Parrado, pero ni de lejos, pese a algunas artimañas publicitarias (desde falsas entrevistas a personajes como Jesús Gil, a venderse como “el primer programa de la noche deportiva” simplemente por comenzar media hora antes que sus rivales) consiguen la notoriedad de los dos principales referentes del periodismo deportivo durante los ochenta y noventa.

Pero la competencia entre el veterano García y el joven De la Morena pronto empezaría a tener tintes dramáticos. Se deja de lado el ámbito plenamente deportivo y comienza una batalla por la audiencia que traspasa todos los límites conocidos hasta la fecha. Los ataques personales entre uno y otro se convierten en costumbre.

Los radioyentes, lejos de dejar de lado el transistor, acuden raudos y veloces hacia el mismo antes de meterse en la cama para comprobar las últimas barrabasadas que van a dedicarse mutuamente ambos presentadores.

Todo parece que empezó por una simple entrevista al por entonces presidente del Rayo Vallecano, Pedro García. Estaba previsto que el dirigente del conjunto rayista participase en una entrevista de unos minutos para Antena 3 de Radio y, a continuación, otorgar un tiempo similar a la Cadena SER. Esto debió herir el orgullo de José María García, que no vio con buenos ojos que un joven desconocido gozase del mismo privilegio que todo un veterano con prestigio y relaciones con lo más granado del país. García retuvo en su programa al presidente del equipo durante dos noches y De la Morena estalló, atacando a Pedro García en antena, aireando incluso algún caso de denuncia de acoso sexual que, por aquel entonces, estaba en los tribunales.

Ante semejante arrebato, José María García no dudó en calificar a De la Morena como “el tonto de Brunete”. Poco después, y con varios altercados más en las ondas, García ataca a De la Morena en la ya desaparecida revista Tiempo, tratándolo de “muchachuelo” y denunciando un contrato de exclusividad para la Cadena SER como comentarista del entonces seleccionador nacional de fútbol, Luis Suárez, con un sueldo de cuatro millones de pesetas mensuales. García calificó al seleccionador de “prostituta” y este terminó renunciando a su colaboración con la SER, debido al escándalo que se estaba produciendo.

No contento con eso, García, que aún conservaba amigos en la Cadena SER, como en el caso de su director general Eugenio Galdón, consiguió que en apenas un año De la Morena fue despedido de la emisora. Parecía que la guerra había terminado, pero cambios en el organigrama de la Cadena SER, con la destitución de Galdón de su puesto, permitieron el regreso por la puerta grande de De la Morena, que a partir de ese momento se convirtió en uno de los puntales de la emisora perteneciente al Grupo PRISA de Jesús Polanco.

Precisamente Polanco ayudó a avivar la llama. Llegó el “antenicidio”, con la compra de PRISA de las emisoras de Antena 3 de Radio en una práctica absolutamente despótica consentida por el gobierno de Felipe González, claramente afín al grupo. García ficha por la COPE y califica a PRISA de “Imperio del Monopolio”, y a Polanco lo empieza a denominar “Jesusito del Gran Poder”. De la Morena contraataca con el mote de “Butanito” a García, debido a su baja estatura y a llevar una chaqueta naranja bastante chillona durante las retransmisiones de la Vuelta a España de ciclismo. Los ataques e insultos son norma general, con un trasfondo no sólo de dos competidores por la audiencia, sino de guerras de poder incluso en lo político. De nuevo, la España más cainita se veía reflejada en las ondas radiofónicas.

En 1995, De la Morena consigue superar a Supergarcía en audiencia, después de años y años de dominio absoluto del primero. Los enfrentamientos continuaron. La afinidad de García con Ángel María Villar (presidente de la Real Federación Española de Fútbol) y Javier Clemente (seleccionador nacional) choca con los continuos ataques que reciben estas personas en el espacio de la SER. Las retransmisiones de la Vuelta a España gozaron en aquellos años de un tirón que ya nunca se ha repetido, con giras durante toda la competición por parte de ambos periodistas a lo largo y ancho de todo el país.

En el año 2000, García abandona la COPE y ficha por Onda Cero, sumergida en un proyecto muy potente a nivel económico, con Telefónica detrás y con la intención de competir directamente con PRISA como gran grupo mediático del país. No lo logra y desavenencias con la dirección le hacen abandonar el proyecto tras dos años. De la Morena, esta vez sí, es claro vencedor de la guerra.

¿Y qué pasó después? José María García desapareció del foco mediático durante algunos años. Posteriormente se supo que sufrió un cáncer, del que felizmente se recuperó. De la Morena lideró la noche deportiva prácticamente sin competencia destacable y, sorprendentemente para todos, ambos mantienen una relación de amistad desde hace varios años, una vez que no compiten por el liderato en las ondas. Como curiosidad, ahora De la Morena es quien dirige la noche deportiva en Onda Cero, el mismo medio donde García dirigió su último programa.

Es evidente que la vehemencia e, incluso, el comportamiento impresentable visto a menudo en ambos periodistas no es ejemplo de nada. Pero también es cierto que, con el abandono de García de la radio, esta se ha quedado huérfana. La información deportiva ha quedado en manos de una nueva generación que apuesta por el entretenimiento más banal, la tertulia más escandalosa y el llamado “periodismo de camiseta”, aquel que ha permitido que los profesionales del periodismo deportivo alardeen sin tapujos de sus colores, apostando por unos equipos u otros y rompiendo claramente con el principio de neutralidad. Lo que no puede negarse de aquella radio de los ochenta y noventa es que se repartía a todo el mundo a diestro y siniestro. Todo se basaba en afinidades personales, sí, pero al menos eran líderes de opinión con carisma y con un estilo mucho más duro y combativo que el visto actualmente.

Hoy, De la Morena ya no es líder de audiencia, triunfan formatos que aúnan lo peor de la radio y la televisión y García está completamente retirado. Es difícil pensar que los nuevos oyentes abracen el estilo de aquellos años, pero a muchos les queda la fortuna de recordar otra forma de hacer periodismo y de haber sido testigos de una de las rivalidades más grandes que se recuerdan en el universo periodístico español.

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