2.El enfoque cultural aplicado a los medios audiovisuales y su contextualización histórica
Estos últimos años la sociedad española ha sufrido una enorme polarización entre sus ciudadanos, especialmente en debates políticos, ideológicos o de género. La situación política en España ha estado muy agitada en la última década. La crisis de 2008 supuso un golpe muy duro que creó un gran descontento entre los españoles con su clase política.
Para llenar ese descontento aparecieron nuevos partidos políticos como Ciudadanos y Podemos que prometían traernos una supuesta pluralidad política. Posteriormente, y sobre todo a raíz de la polémica con Cataluña y su pretensión de independencia partidos como Vox irrumpieron en el panorama político con gran fuerza.
Con toda esta situación tan agitada y España en crisis los medios de comunicación sufrieron grandes pérdidas en inversión publicitaria por lo que tuvieron que recurrir a medidas urgentes para atraer al público en masa. Para ello, se aprovecharon de la turbulenta situación política y la crispación de la población con sus gobernantes. La tendencia de los medios fue posicionarse políticamente a favor de un partido u otro de forma más evidente de lo habitual. Esta polarización de los medios de comunicación ha contribuido a la divergencia y a la confrontación de la sociedad española.
El catedrático de Periodismo Bernardo Díaz Nosty argumenta en Cuadernos de Periodistas que, ante la crisis, el periodismo ha agitado el debate y aumentado el ruido ambiental. Han sido, con frecuencia, los tertulianos de amplio espectro, que igual hablan de los devaneos de alcoba que de la acción de la justicia, quienes (…) mantienen posiciones convenidas, ajustadas a guion, llamadas a animar la polarización y el espectáculo”. En efecto, los medios han adoptado posiciones polarizadas y pasionales en las que, como dice Díaz Nosty, se suele apelar a las sensaciones, “y es en el plató de las pasiones donde se da alas a la degradación populista”. (Párrafo extraído de Unbias the news.)
El periodismo, especialmente las tertulias, se ha convertido en una especie de circo mediático en la que prima el espectáculo por encima de la información. Los tertulianos se enfrentan entre ellos como si se tratase de dos hinchas en un bar discutiendo por sus equipos de fútbol. Desde los medios de comunicación se vende un discurso fácil y simplificado de la realidad política con el fin de que los espectadores se puedan identificar fácilmente con la de ideología de su cadena. Estas dinámicas empobrecen la capacidad crítica de la población puesto que se limitan a retroalimentarse de informaciones sesgadas que se casan con sus ideologías. Esto es muy perjudicial para la democracia puesto que conduce al ciudadano a contemplar una única perspectiva de la realidad e incluso lo anima a defender su postura de forma visceral.
El periodismo está olvidando su papel como cuarto poder para mantener a raya los abusos políticos porque prefiere primar los criterios económico a los estrictamente periodísticos.
Es cierto que algunos ciudadanos ya comienzan a darse cuenta de estas dinámicas periodísticas y optan por informarse por otros medios como internet o incluso mirar varias cadenas de televisión para obtener una visión más amplia. Sin embargo, a la mayoría le puede la comodidad de acudir a su cadena de siempre para reafirmar sus ideas y les cuesta aceptar otros puntos de vista.
Los discursos de odio van en aumento y la polarización de la sociedad es cada vez más palpable y agresiva. Es necesario que desde los propios medios de comunicación se comience a apostar por una nueva estrategia periodística basada en la honestidad y en el deber de informar al ciudadano de forma imparcial para educar a la población y crear un espacio de debate en el que se puedan intercambiar diversas ideas en un ámbito de tolerancia donde todos podamos enriquecer nuestro punto de vista y no quedarnos con una versión simplificada y sesgada de la realidad.