5.3. Ciberespacio, cibercultura y medios de comunicación
Dicen que, si vives algo y no lo compartes es como si no lo hubieras vivido. Probablemente dentro de unos años, Instagram sea nuestro mejor álbum de fotos y WhatsApp un buen diario.
Facebook es el perfecto aliado para encontrar personas con gustos comunes, y gracias a páginas como Erasmusu buscar compañeros de piso para vivir en el extranjero se vuelve un poco más fácil. Quizás la aplicación gratuita TripAdvisor jubile a las largas guías de viaje de toda la vida y a los puntos turísticos. Y seguramente Twitter y otros foros, se conviertan en el mejor lugar para difundir el odio social.
Las redes sociales comenzaron a finales de los noventa, pero su boom estalló en los dos mil.
En 2016 se reafirma con fuerza el uso de las redes sociales como arma política: llega la campaña electoral de EE. UU que desemboca en las cuadragésimas quintas (45º) elecciones presidenciales. El 20 de enero de 2017 Donald Trump llega a la casa blanca. El partido republicano alcanzó los 306 votos electorales frente a los 232 de Hillary Clinton.
La era trumpista
La campaña electoral trumpista se estructuró en torno al discurso del odio social: buscaban un enemigo común para todos los estadounidenses. Se alimentaron principalmente del odio al migrante, físicamente representado con aquel gran muro que se construiría en la frontera con México, que serviría para proteger a los norteamericanos y por supuesto, estaría financiado por el país de América Central.
Los bulos son también un sello distintivo de la marca Trump. El último y uno de los más sonados ha sido el del fraude electoral. El expresidente inició estos mensajes a principios de 2020 y no cesaron hasta que twitter decidió suspenderle la cuenta tras el asalto al capitolio el 6 de enero de 2021.
Donald Trump utiliza su cuenta de Twitter como su mejor mitin político. No obstante, este no es el único factor clave de la era Trump; la fuerte campaña y estudio en redes, de la población votante, fue decisivo para su llegada a la casa blanca.
Durante la campaña de 2016, el equipo de Donald Trump se dedicó a investigar y reconocer a los votantes reales y potenciales del partido republicano: identificaron a 13,5M de votantes indecisos para mandarles propaganda persuasiva. A través de estudios de perfiles, redes y comentarios localizaron los mejores lugares para realizar los mítines, y crearon anuncios personalizados para alentar miedos prejuiciosos y falsos.
A pesar de que el equipo de Trump consiguió llegar a la presidencia, en parte, gracias a las redes sociales, su estrategia no deja en buen lugar a los medios de comunicación: constantemente los acusa de todo lo malo que le ocurre a él y a los republicanos.
El crecimiento exponencial de Vox
Vox nació a finales de 2013, presentándose por primera vez a las elecciones generales de 2015, en las que obtuvo menos de 60.000 votos; cuatro años después, en noviembre de 2019 superó los 3,6 millones de votantes.
Según el diario El Plural, Vox es el partido político español con mayor ‘engagement’, es decir, con el porcentaje mayor de personas que interactúa con la publicación de un post, y destaca como el partido más eficaz en el uso de las redes, ya que alcanza una ratio de 16,84, cuadruplicando al segundo, el PSOE con un 4,36.
Sin descuidar Twitter, Vox brilla en Facebook. Su estrategia en esta red se basa en hacer llegar mensajes a votantes de partidos totalmente contrarios a su ideología, porque un mensaje como ‘Acabar con Pablo Iglesias’, genera mucha más polémica y los hace más fuertes que hablar de Franco o el pin parental. Se trata de cabrear a las personas contrarias en ideología para que interactúen y el mensaje se convierta así en tendencia.
Siguiendo la línea trumpista muchos de sus mensajes virales no están contrastados y acaban siendo bulos. Esta desinformación siempre tiene como intención alentar el odio social.
Se ceban con las migraciones, el feminismo, impuestos… así como con la intervención de medios de comunicación, a los que tiene vetados, como El Público, Eldiario.es, El País, La Marea, El Mundo e incluso, el monárquico y conservador ABC.
Jair Bolsonaro
Bolsonaro es desde 2019 el presidente de Brasil. Su campaña electoral de 2018 contó con más de 14 millones de seguidores en Facebook, Twitter e Instagram, contra los 2,8 millones de su rival Fernando Haddad, según el diario La Razón.
Generalmente lo clasifican como político de ultraderecha de la misma manera que a Trump y Vox, y curiosamente sus estrategias en redes son muy similares: ataques a los medios de comunicación y bulos como seño de identidad. Es probablemente el presidente más negacionista del COVID-19 y las redes son conscientes de ello. Sus bulos son principalmente difundidos por la red social WhatsApp, utilizada por el 66% de los votantes para leer información política en Brasil, según el Instituto Datafolha.
Desinformación como vínculo común
El odio social une y es la raíz que une a la mayoría de los bulos de Internet, no obstante, los partidos y representantes políticos mencionados anteriormente no son los únicos que lanzan bulos para desinformar y colar su mensaje. Pablo Echenique o Albert Rivera- entre otros muchos- también intentan crecer políticamente con estas jugadas. Para frenar esto, han surgido iniciativas como Maldita.es, Newtral y los hasghtags de #Lamierdanosecomparte.