3.9.
En este espacio hemos hablado de la radio y su protagonismo en la vida diaria de los últimos 100 años. Decíamos que las nuevas tecnologías, en su día la televisión, hoy día los teléfonos, iban a acabar con este medio de comunicación. Y afirmavamos que sino ha desaparecido es por esa cercanía que le trasmite al oyente. Pero una cosa es no desaparecer y otra actualizarse. Así pues, este último texto de este blog irá sobre el devenir de la radio.
Cuando llegó la radio como medio de comunicación para informar, únicamente le acompañaba la prensa con dos o tres tiradas diarias. Poco a poco, los transisitores fueron sustituyendo al papel a la hora de informar sobre la última hora. Pero sin embargo se complementaban bien. La prensa para leer en un ambiente tranquilo y la radio para escuchar mientras se estaba ocupado. En ese momento los programas generalmente estaban compuestas por un locutor y a lo mejor algún acompañante para acercar más un suceso. Pero fundamentalmente se trataba de un periodista que a raíz de un tema iba hilando temas y historias, que a veces incluso podía parecer que llegaba a divagar.
Por resumir el trabajo de un locutor de radio en un día: primero llegaría al estudio, el cual podía ser una habitación de un local, cualquier otro negocio o de una casa. Allí leería la prensa para entrerarse de la actualidad. Un ayudante o dos le proporicionaban temas de interés de los que se hablaba en la calle. Se hacía un breve guion, si se podía considerar así cuatro anotaciones rápidas. Y el resto venía dado por la habilidad comunicactiva del locutor y lo que llevara preparado. En ese momento la radio establecía su esencia de informar a la vez que entretener. Muchas veces, se retrata la función que ocupaban los dos medios con la imagen del hombre que llega de trabajar sentado en la mesa leyendo el periódico, y la mujer mientras hace la comida que escucha un programa de cualquier temática.
30 años después, la televisión empezó a entrar en cada vez más casas, pero la radio todavía ofrecía una alegria que una televisión que buscaba su hueco. Sin embargo, las emisoras sabían que muchas informaciones ahora aparecerían ilustradas. Pero bueno como era el inicio y en las casas como mucho había una televisión, la imagen anterior ahora es el hombre que acaba de trabajar viendo la tele y la mujer escuchando la radio mientras cocina la cena. El cambio de la radio fue ganar en cada vez más voces en los programas. El ejemplo lo vimos también en este espacio con el Carrusel Deportivo, que no fue hasta casi a los 90 cuando empezó a dinamizarse mogollón el formato. También influenciado por el arte y la cultura del momento. Un jazz de moda en los 50 es más tranquilo que el Tecno Barraca de los 90. O una película de los 40 en blanco y negro avanza más lento que el cine quinqui de finales de los 80. Esta manera mucho más llamatia de hacer las cosas también llega a la radio.
Pero sin duda, lo que sí ha cambiado la manera de hacer y retrasmitir en la radio es el gran avance de la telefonía móvil de la mano de los podcast. Juanfran Millan en una entrevista para este blog decía lo siguiente: “cuando empecé solo pensaba en la radio, de llegar a las dos y media que es cuando teníamos al principio el programa de mediodía, y llevar alguna información que sólo yo tuviera. Ahora si hay una noticia que conozco a las 12 no me la puedo guardar hasta las 15:30 porque en Twitter o en cualquier parte saldrá. Yo creo que al final las redes a la radio en el fondo le hacen daño porque deja de ser aquel medio que informa y entretiene, ahora solo entretiene. Porque ahora casi que te informas de otra manera, por Twitter como he dicho. A la hora del programa la información ya la conoce la gente, entonces no puedes centrarte en el hecho, sino en la valoración y en la interpretación. Recuerdo que antes nos centrábamos mucho en las ruedas de prensa. Ahora el club en las redes publica las declaraciones ¿yo en mi programa voy a meter esas mismas palabras? Hay también cosas buenas, te oye gente que antes no podía escucharte por el horario. La radio a la carta me parece un avance espectacular”.
De esta afirmación de apenas un párrafo hay unas cuantas ideas buenas. La primera la de la información. Ahora mismo existen tantas fuentes de información como se quieran. De hecho, la fiabilidad de la documentación se está perdiendo al existir tantas informaciones y unas contradictorias con las otras que, o bien uno colapsa o si está puesto en un tema y quiere tener una visión global difícilmente la tendrá. Ya no se sabe qué es verdad y qué no. Aquí la radio puede jugar un papel bueno y hacer programas que no se tengan que ceñir al último minuto de la información en la que vivimos instalados. Porque ya no es ni última hora. Y encima eso provoca que lo que pasó antes de ayer, hoy ya se nos haya olvidado. Así pues, como decía, el medio radiofónico desprendiéndose de la necesidad de la inmediata actualidad, puede crear contenidos más completos en lo que a la interpretación se refiere. De esa manera se tocan los temas de actualidad desde diferentes ángulos que siguiendo el frenesí de informaciones difícilmente se puede tocar.
La herramienta que hace esto posible son los podcasts y la radio a la carta. El mismo Juanfran dice que ahora llega a gente que antes por el horario de su programa no podía. Y eso afecta también al tono de la emisión. Si tratas información, tienes que explicarla bien y con cuidado para que se entienda todo el contexto y demás. Lo cual necesita de más pausa, voces implicadas, y necesidad de pensar el ahora qué. Poco de eso queda ya en por ejemplo El partidazo de COPE. Hace unos años se hacía un repaso del último partido, de lo qué había dado de sí la jornada, se hablaba con jugadores, etc. Actualmente de las dos horas de emisión, una y media va dedicada a la tertulia. Lo que sucede es que las tertulias están diseñadas para que haya dos o tres bandos de opinión, y entonces se desenvuelve normalmente en un ambiente rozando lo tabernero. Esto por lo que hace a la radio tradicional.
Luego, están los podcasts, que ya van por libre y sin necesidad de tratar temas de actualidad. Esto permite volver al tono de la radio inicial sí cabe. Cualquier persona que le apetezca hablar de algo y se grabe ya es un podcast. Lo cual es bueno porque cada persona se busca los temas que le interesan, pero malo para el trabajo de periodista que se devalúa.
Con todo esto y de cara el futuro, quizá si tanta información abundante está convirtiendo a la gente en incrédula de las noticias que salen. La radio hace y hará un papel intermedio que te cuenta la última hora que ya se sabe con una valoración más amplia y concreta. Y debido a precisamente este conocimiento por redes de lo ya acontecido, también puede hacer contenido muy estético y entretenido independiente de la actualidad.