3.1.- Historia y evolución de la radio
El día 10 de abril del año 1912 el buque trasatlántico RMS Titanic partía del puerto de la ciudad británica de Southampton e iniciaba su viaje inaugural con rumbo a Nueva York. Partía como el navío más grande y moderno jamás creado hasta la fecha, con los mayores avances en materia tecnológica. La madrugada del 14 al 15 de abril desgraciadamente el Titanic inscribe su nombre en la historia reciente de la humanidad al impactar contra un iceberg y protagonizar uno de los mayores naufragios jamás acontecidos (a excepción de los ocurridos en conflictos bélicos), que acabó con la vida de 1496 personas de las 2208 que subieron a bordo. Desde entonces, se ha utilizado mucha tinta y metros de película en tratar de acercar al público la mayor cantidad de información posible sobre la tragedia. Sin embargo, más de 100 años después del naufragio todavía mucha gente desconoce el papel crucial que tuvo la radio en el hundimiento, y es que tanto el mal uso de este incipiente medio de comunicación como la ausencia de transmisores en otros barcos, determinó la pérdida de un gran número de vidas que hubiera sido posible salvar.
A pesar de que el Titanic fue concebido y presentado como un navío innovador, lo cierto es que el sistema de comunicación Marconi que se había instalado en las semanas previas al desastre ya estaba obsoleto, por lo que estaba lejos de ser, como algunos han afirmado, la mejor tecnología de radio disponible en esa época. Este sistema, ideado por Guglielmo Marconi en 1897, y todavía en uso en 1912, había sido reemplazado hace mucho tiempo en Estados Unidos y Europa por otros pioneros de la radio: Fessenden y DeForest. Aun así, Marconi utilizó sus patentes, investigación y poder de monopolio para frenar la competencia de otros sistemas. El sistema Marconi consistía en un doble transmisor y receptor, todo instalado como un equipo único. El transmisor principal era una estación de telegrafía a rotor multichispas, mientras que el segundo transmisor era para ser utilizado en emergencias. Por otra parte, el receptor principal era un modelo Marconi de detección magnética y escucha por auriculares.
En lo que respecta al equipo humano, los radio-operadores designados para cumplir funciones en la nueva nave fueron John George Phillips (telegrafista principal) y Harold Bride (segundo telegrafista). Phillips, a pesar de su corta edad (25 años), tenía amplia experiencia en sus funciones, ya que había trabajado en los barcos Teutonic, Campanean, Corsican,Victorian, Pretorian, Adriatic y Oceanic. Días antes del inicio del primer y último viaje del Titanic (concretamente el día 2 de abril), ellos mismos fueron los encargados de instalar el sistema de radio en la que se denominó como “sala Marconi sin Hilos”. Esa misma tarde realizaron varias pruebas emitiendo señales a baja potencia que fueron satisfactorias y al día siguiente realizan pruebas de emisión radiofónica de alta potencia, con resultados también positivos.
Noche del naufragio
El Titanic ofrecía a sus pasajeros un servicio de telegrafía gracias al cual poder enviar mensajes a familiares o amigos hacia Cabo Race, en Newfoudland. La noche del accidente, antes del impacto contra el iceberg, los operadores se encontraban enviando mensajes personales que muchos pasajeros querían mandar a sus conocidos y que se les habían acumulado, por lo que hicieron caso omiso a varias llamadas de otros buques cercanos que alertaban de la presencia de multitud de icebergs en la zona. Una de estas embarcaciones fue el barco de vapor Mesaba, que a las 21:30 avisaba acerca de icebergs en la ruta del Titanic, pero Phillips ignoró los mensajes de esta nave y continuó enviando mensajes. El operador del Mesaba esperó una llamada de confirmación, cosa que no ocurrió.
Otra de las naves que alertaron al Titanic fue el SS Californian, un barco de vapor británico de carga de mercancía y pasajeros que se encontraba a 20 millas del Titanic. El operador inalámbrico que se encontraba trabajando esa noche en el Californian fue un hombre llamado Cyril F. Evans, y en el juicio de investigación de los sucesos del hundimiento declaró ante el Senado de los Estados Unidos que el capitán de la nave le ordenó que avisara al Titanic de la presencia de hielo en la zona. “El capitán dijo, mejor avise (al Titanic) que estamos rodeados de hielo y nos detuvimos”, declaró Evans. Según contó, hizo caso a las órdenes de su superior y telegrafió al Titanic a las 23:00 horas con el mensaje: “Oiga, viejo, estamos parados y rodeados de hielo”. La distancia era corta y la fuerza de las señales ensordeció a Phillips, ya que las emisoras tenían en aquella época una enorme anchura de banda y provocaban interferencias en todas las frecuencias adyacentes. Es por ello que, según cuenta, el propio Phillips respondió molesto con el mensaje: «Corten, corten, estamos ocupados trabajando con Cabo Race, suban de frecuencia». Dada su respuesta, Evans apagó las comunicaciones y se fue a descansar a las 23:35. Cabe destacar que, a pesar de los avisos anteriores, el comandante Smith no juzgó necesario reducir la velocidad de crucero en horas nocturnas, ni desviar el rumbo algo más al sur.
A las 23:40 horas se produce el fatídico momento en que el “navío insumergible” choca con un iceberg y comienza el hundimiento. En este momento el capitán del Titanic, Edward Smith, entra en la “sala Marconi sin Hilos” y ordena a Phillips que envíe un CQD a todos los barcos posibles. Un CQD era una señal de socorro utilizada en trasmisiones telegráficas a principios de siglo XX que significaba “Come Quickly, Distress” (“Vengan rápido, problemas”). El problema es que en la época o se había establecido un código de socorro estandarizado a nivel internacional, y cada operadora recomendaba unas señales. Pasada la medianoche y con el barco llenándose de agua rápidamente, Phillips y Bride continuaban enviando señales de auxilio. El capitán Smith les sugirió que comenzaran a enviar señales de socorro empleando el nuevo código que se comenzaba a utilizar, la señal S.O.S. Después de comprobar él mismo la catástrofe, Phillips regresa a la sala de comunicaciones e informa a su compañero de la desastrosa situación del Titanic. Ante las malas noticias, Harold Bride se ausenta con el objetivo de buscar ropa de abrigo y chaleco salvavidas para ambos. Mientras, Phillips continuaba enviando señales de auxilio.
A las 00:30 horas del 15 de abril de 1912 en un camarote del Carpathia, un navío tres veces más pequeño que el Titanic que se encontraba a 58 millas de su posición, el capitán Rostron se encontraba a punto de retirarse a dormir. En ese momento, un oficial le comunica que han recibido un mensaje de auxilio de parte del Titanic. El propio Rostron declaró ante el Senado estadounidense: “Pregunté dos veces si estaban seguros de que se trataba del ‘Titanic’. Me dijeron que sí y ordené de inmediato el cambio de rumbo en dirección a donde se encontraban. Estaban a 58 millas marinas de nuestra posición (107, 5 kilómetros). Les informamos de que llegaríamos hasta ellos en unas tres horas y media. A continuación, pedí al jefe de máquinas la máxima velocidad y ordené que se prepararan los botes salvavidas y se sacaran los equipos de repuesto”. A las 2:40 horas, el puente de mando del Carpathia divisó en el horizonte la luz de una bengala, estaban cerca del Titanic. Sin embargo, la enorme presencia de icebergs en la zona obligó al Carpathia a tomar las precauciones que no tomó el Titanic para evitar el mismo destino, lo que retrasó las actuaciones de salvamento. “Estaban por todos lados. Sabiendo que el Titanic había golpeado el hielo, teníamos que tomar precauciones. Cambiamos de rumbo en varias ocasiones para esquivarlos”, declaró Rostron.
A las 4:00 lograron llegar a la posición del Titanic y lograron ver un bote salvavidas, comenzando las labores de rescate. Estaba a su cargo un oficial. Rostron contó: “En el momento en que los subimos a todos a bordo, empezó a amanecer. Pude ver a los botes restantes por todas partes en un área de siete kilómetros. Flotando junto a ellos, veinte icebergs de entre 50 y 60 metros de altura y otros muchos más pequeños, pero ni rastro del titán de los mares”. El Carpathia, gracias a recibir las emisiones de auxilio, logró rescatar a 706 supervivientes de la catástrofe. Uno de ellos era Harold Bride, que logró salvarse. No tuvo la misma fortuna su compañero John Phillips, quien se quedó en la sala Marconi enviando mensajes de auxilio gracias a los cuales muchos pudieron sobrevivir. Cuando se preocupó por su propia vida, ya era demasiado tarde. Quizá muchas más personas se hubieran salvado si el operador del antes mencionado Californian, que se encontraba mucho más cerca que el Carpathia, no hubiese dejado de sintonizar la frecuencia de socorro media horas antes del choque con el iceberg.
Reforma radiofónica posterior al naufragio
Semanas después del desastre se llevaron a cabo dos investigaciones importantes, una ya mencionada por parte de un Comité del Senado de los Estados Unidos y la otra por la Junta de Comercio Británica. Ambas se centraron en cuestiones de seguridad, el impacto del iceberg, la falta de botes salvavidas y otros problemas relacionados con el desastre físico. Sin embargo, la posibilidad de que el desastre se hubiera evitado si la radio se hubiera utilizado correctamente intrigó a ambas comisiones, y los operadores de radio del Titanic y otros barcos como el Californian testificaron ampliamente en las audiencias. El hecho de que Phillips le hubiera dicho al operador del Californian, Cyril F. Evans que subiera de frecuencia y que éste le hiciese caso pareció agravar la tragedia.
Un procurador general británico preguntó a Evans: “¿Entonces, con un equipo Marconi, ¿solo puedes escuchar claramente una cosa a la vez?» La respuesta de Evans fue: «Sí». Un senador de los Estados Unidos también le preguntó a Evans: ¿Puede tomar más de un mensaje a la vez? La respuesta: «No». El hecho de que un sistema de comunicaciones nuevo y complejo hubiera funcionado tan mal generó algunas preguntas, pero no tantas como podría haberlo hecho. La investigación del Senado de Estados Unidos expresó su decepción. “Si el operador inalámbrico del Californian se hubiera quedado unos minutos más en su puesto… ese barco podría haber tenido la orgullosa distinción de rescatar las vidas de los pasajeros y la tripulación del Titanic «.
Para impedir que una situación similar pudiera suceder, salió adelante la Ley de Radio de 1912, aprobada exactamente cuatro meses después del naufragio, el 13 de agosto de 1912. Esta ley preveía el establecimiento de frecuencias de radio, sanciones contra la interferencia con comunicaciones de emergencia, para una señal internacional de socorro (SOS), y para la interoperabilidad de las estaciones de radio «sin distinción de los sistemas de radio adoptados por cada estación, respectivamente». Es decir, los operadores de Marconi ya no podían recibir instrucciones de ignorar a los que utilizan otros tipos de aparatos de radio.
Como conclusión, desgraciadamente en muchas ocasiones, la única forma que tenemos de mejorar y progresar es aprendiendo de las catástrofes, y la del Titanic fue crucial en el desarrollo de un sistema de comunicación radiofónica naval mucho más eficaz y segura. Con estás páginas también se ha dejado patente el papel fundamental que tuvo el medio, para bien y para mal. The New York Times publicó el 2 de mayo: «Se perdieron mil seiscientas vidas que podrían haberse salvado si la comunicación inalámbrica hubiera sido lo que debería haber sido».