2.El enfoque cultural aplicado a los medios audiovisuales y su contextualización histórica
El 21 de marzo de 2021 ocurrió un hito histórico en el mundo de la televisión. Apenas un par de días después del puente de San José, Rocío Carrasco rompió su silencio tras más de 20 años siendo juzgada y criticada. Lo hizo delante de casi 4 millones de personas. Una mujer que siempre ha sido cuestionada que nunca pudo contar su historia tuvo finalmente su oportunidad gracias a la televisión.
Rocío ha podido sacar a la luz su tragedia a través de su docuserie, Contar la verdad para seguir viva, que fue estrenada y promocionada en un programa de prensa rosa en el prime time de Telecinco. Se abrió en canal delante de toda España y contó cómo fue maltratada por su marido, Antonio David Flores.
«Hubo alguna agresión verbal, de inútil, de no sirves para nada, estás gorda, eres tonta… Él tenía una cara de puertas para adentro, prepotente, de todo sabía y tú no sabes nada y luego estaba la otra parte cuando había cámaras, que era todo maravilloso. Cuando terminaba el día, en la intimidad, me decía que lo hacía por mi bien y tú en ese momento lo piensas, no lo ves, no te das cuenta de la gravedad que tiene, llega un momento que lo normalizas», contó Rocío Carrasco.
La violencia que ejercía su esposo no solo era psicológica, sino también física. Según relata Rocío éste le llegó a agarrar del pelo y le estampó la contra un mueble de forma violenta. “No tengo claro cómo pasó, pero pasó y fue a mayores», y Rocío Carrasco siempre perdonaba. «Lo veía normal y ahora pienso que qué poco sabía yo que iba a ser mi verdugo».
Pero, sin duda de lo más doloroso que tuvo que padecer Rocío Carrasco fue la violencia vicaria. Este término no es muy conocido y hace alusión a aquella violencia que se ejerce sobre los hijos para herir a la mujer. Es una violencia secundaria a la víctima principal, que es la mujer. «Cuando venía a traerme a los niños, él me increpaba en la puerta, aprovechaba esas tomas de contacto para insultarme, y decirme ‘te los voy a quitar, te van a odiar, hija de puta, voy a hacer que te odien’. «Me los arrebataron en vida», confiesa Rocío.
Esta historia no es solo la historia de Rocío, es la historia interminable que sufren miles de mujeres a diario. Mujeres que al igual que ella sufren en silencio. Testimonios como estos tan directos, tan desgarradores, tan potentes tienen un valor importantísimo porque ponen en la mesa esta realidad a la que nos esforzamos por no mirar. Pero cuando sale a la luz una historia así es imposible mirar para otro lado. Es un golpe duro directo a nuestras conciencias, pero necesario para visibilizar el problema. Con su valentía Rocío está despertando un cambio salvando a posibles víctimas que sufren lo mismo y que incluso podrían acabar perdiendo la vida a manos de sus maltratadores.
Que la televisión haya decidió sacar esto a la luz, sin duda es un gesto muy valioso que ayudará a visibilizar el maltrato de mujeres como Rocío. Sin embargo, no debemos olvidar que la misma cadena que ha dado voz a Rocío estuvo callada durante mucho tiempo siendo cómplice de su sufrimiento. Durante muchos años, solo nos mostraron una parte de la historia, la versión de Antonio David Flores, la versión del hombre. Rocío Carrasco tuvo que soportar una enorme presión mediática siendo juzgada y señalada por todos. Incluso algunos de los colaboradores como Belén Esteban o Jorge Javier Vázquez tuvieron que disculparse y reconocer que participaron en esa narrativa de poner a Rocío como la mala de la historia. Obviamente en esta decisión aparte de motivos éticos también habrán considerado factores económicos y de audiencia. Y que este no es el único caso en el que la televisión ha hecho las cosas mal con tal de favorecer el sensacionalismo.
Pero sea por los motivos que sean que estas situaciones puedan darse a conocer a través de la televisión representa una importante baza en la lucha por visibilizar el maltrato a la mujer. La televisión tiene un enorme poder e influencia sobre los ciudadanos y no es la primera vez que un programa de televisión despierta las conciencias de la sociedad española. Uno de los casos más importantes tuvo lugar en 1997. Fue el de Ana Orantes que fue la primera mujer en hablar abiertamente del maltrato en una televisión pública, en este caso Canal Sur. En esta época la violencia machista era un tema tabú en la sociedad española, pero que era muy frecuente en todas las casas hasta el punto de estar normalizado. Pero, España entera dio un vuelco cuando Ana Orantes fue asesinada por su exmarido trece días después de la emisión del programa. Gracias a que este caso fue expuesto en televisión el paradigma del machismo en España evolucionó de forma exponencial.
Otro de los casos que se dio a conocer a través de la televisión fue el asesinato de Svetlana Orlova. En 2007, el programa del Diario de Patricia tuvo la imprudencia de intentar reconciliar a Svetlana con su exmarido, Ricardo quién tenía una condena de 11 meses en la cárcel y una orden de alejamiento por maltrato. En el programa soltó algunas perlas como que él siempre iba «siguiéndola, yendo detrás de ella, vigilándola en un momento dado». Pero, nadie pareció darle importancia a todas estas señales de peligro. Ricardo le pidió casarse con ella en mitad del programa. Ella visiblemente incómoda se negó. Días más tarde de la emisión del programa Ricardo acabó con la vida de su exeposa. Al igual que con Ana Orantes, este caso marcó un antes y un después.
Estos casos por desgracia siguen existiendo, pero es el deber de los medios y de la sociedad visibilizar estas situaciones, denunciarlas y combatirlas. Estos golpes de realidad que recibimos a través de testimonios como el de Rocío Carrasco, Ana Orantes o el caso de Svetlana Orlova nos hacen recordar que aún queda mucho por hacer para erradicar la violencia machista.