Que los gustos personales no nos distraigan de lo ético – Carlos Berenguer

2.5.Industria de entretenimiento y medio de información

Debido a la democratización de la producción audiovisual y la inmediatez de la información, los reality shows se han vuelto cada vez más frecuentes. Hasta el punto en el que pueden coexistir en televisión varios realities de producción nacional con la misma temática y ambos pueden ser líderes de audiencia en sus respectivos horarios. Es dinero fácil. Y cada vez se sacan de temas más variados. La música suele ser el género dominante, pero puede colar cualquier cosa mientras sea entretenido.

Ahora bien, a lo largo de los años se han escuchado historias no muy agradables sobre esta clase de programas. Temas de contratos abusivos, manipulación, falsas recompensas, etc. Lo cual en cierto momento dilapidó un movimiento en contra de estos programas por ser “telebasura” y considerarse nocivos para la audiencia, especialmente entre el público joven. Pero como todas las modas van por olas, ahora parece ser que esta gente son unos snobs cerrados de mente y lo que se lleva es la libertad de expresión. La libertad de ver el programa que quieras cuando quieras si es lo que te hace feliz. Porque claro, ¿Qué daño le hace a uno que otra persona vea un inocente reality show? Pues bastante, la verdad.

Empecemos por recordar que estos programas son productos. “Vaya, menudo detective. Pues claro que son productos. Todo en la vida se hace para ganar dinero”. No amigo. El ganar dinero es un fin necesario para sobrevivir en sociedad, pero no significa que sea el único objetivo o el más importante. No creo que Kelly Reichardt dirigiera Wendy and Lucy pensando en la millonada que iba a ganar (que evidentemente no ganó). Para eso habría sacado una película de superhéroes. ¿Cómo saber cuándo a una persona solo le interesa el dinero? Pues la respuesta es bien sencilla. Si estas explotando al prójimo para ganar un beneficio, no solo eres una terrible persona sino que tu producto no merece atención ni devoción.

Y has leído bien, he dicho “explotar”. Porque quien quiera que realizara el primer reality show tuvo la idea de su vida. Básicamente dejar que los invitados hagan la mayor parte del trabajo mientras tú te quedas con la mayor parte de los beneficios. Y os podéis engañar a vosotros mismos todo lo que queráis, pero es así. Si veis estos programas sabiendo esto y os sigue dando igual, de la misma forma que os da igual el maltrato animal y temas similares, al menos puedo entenderlo. Eres un monstruo, pero lo entiendo. Solo espero que no ayudes a perpetuar esta clase de malas prácticas que pueden llegar a arruinar la vida de una persona y también te consideres animalista, ecologista o vaya, incluso feminista. Quiero decir, yo no confiaría en un abanderado de la justicia social que solo defiende al 10% de las víctimas de abusos y explotación.

Uno de los argumentos más comunes para auto justificarse es que estos programas de realidad, en realidad son puro espectáculo. No es real. Nadie ha salido afectado. Todo está bien. Todo el mundo está feliz y conforme. Esto amigo es mentira una vez más. A medias. Sí es cierto que muchos de estos programas (me viene a la cabeza First Dates) emplea a actores para crear todavía más espectáculo. Pero esto lejos de ser una justificación, hace que la situación sea aun peor. Porque cuando un programa de telerrealidad deja de ser real, ¿Qué sentido tiene? Podríamos decir que el valor de producción sigue siendo alto. Pero eso sería categóricamente falso. Siguiendo en la línea de conseguir el mayor beneficio posible, estos programas emplean montajes simples, decorados bastante pobres, actores mal pagados y recursos reciclados y libres de derechos. De hecho, probablemente la mayor parte del presupuesto se vaya en mantener al presentador o presentadores de turno, que suelen ser famosos de capa caída que necesitan un dinero fácil. Claro, todo eso para un ciudadano medio sin tener ni idea de cómo se produce una pieza audiovisual, le puede parecer mucho trabajo y caro. Pero para una cadena de televisión os puedo asegurar que es tirar de sobras.

Y de todas formas, ¿Qué es lo que consideramos entretenimiento? Estereotipos, clichés y caricaturas. Eso es lo que vamos a encontrar en esta clase de programas. “No lo entiendes, evidentemente no son tontos. Se hacen los tontos solo para dar más espectáculo”. Gracias Sherlock, pero no. Son tontos. Solo que con la cámara delante juegan el rol de ser una versión exagerada de sí mismos. Y aunque realmente no lo fueran, no veo el fuste en apoyar programas que normalizan los estereotipos y romantizan la desgracia ajena. No es poco habitual entrar en youtube y encontrarte en tendencias un vídeo sobre un pobre hombre sin familia que vive como puede y tiene un trabajo mal pagado, pero que resulta tener una fantástica voz y con “esfuerzo y pasión” ha alcanzado la fama. Curiosamente esa será la última vez que vuelvas a saber de esa persona. Porque los realities no están hechos para ellos. Están hechos para los famosos invitados y para el bolsillo de los grandes lobbies. Pero de lejos el peor pecado de estos programas y el que me debería molestarnos a un mayor nivel, es el de la pérdida de la privacidad. Se está normalizando el publicar todo en la vida. En mostrar absolutamente todo al público. Claro, esto la gente ni se lo plantea porque ya lo tienen grabado en la mente. No son conscientes de la de problemas en su vida que se solucionarían automáticamente solo con la simple decisión de no pregonar en todo momento dónde estás y qué haces con tu vida. Y ojo, no hablo de borrarse las RRSS e irse a vivir a una cueva. No nos pongamos dramáticos. Hablo de no ponerse en el punto de mira de cientos de personas, perdiendo virtualmente el control sobre tu privacidad. De hecho, diría que la mayoría del público ha perdido la concepción de la “vida privada”.

Y bien, no podría dejarme el tema de los reality shows para niños. Parecería que esto es algo nuevo, pero realmente existen desde hace mucho, véase la infame Kid Nation estadounidense, donde un grupo de niños vivía en medio de la nada y contrario a la creencia popular, la ayuda de un equipo de adultos era tan escasa que varios niños acabaron bebiendo lejía por error. Ups. Todo sea por las visitas, supongo. Pero eso es el pasado, ¿Verdad? A día de hoy algo como eso no ocurriría. Pues bien, no solo sigue ocurriendo sino que estos programas destapan un problema de fondo aun mayor y es la manipulación de los tutores legales de estos niños, quienes motivados por sus fracasos personales, fuerzan a sus hijos a participar en un programa donde perderán su privacidad y puede que parte de su infancia. Y si creéis que exagero, podéis buscar testimonios de personas ya adultas que dicen haber pasado un infierno durante su infancia por haber participado en esta clase de programas de televisión. Me repito, puedes engañarte a ti mismo. Pero no lo intentes con los demás. Tus argumentos de cartón no suenan igual de bien más allá de tu propia cabeza.

Lo más curioso de todo es que combatir a los grandes lobbies multimillonarios suele ser más bien imposible. Un esfuerzo inútil. Quiero decir, como usuario puedes dejar de apoyar a Amazon dejando de comprar en su web, pero resulta que el mercado de Amazon se ha extendido tanto, que podría seguir funcionando con normalidad con otros servicios aunque su plataforma de compra-venta dejara de funcionar. Pero en lo referente a un reality solo tienes que cambiar de canal, o como yo recomiendo directamente apagar el televisor y tirarlo por la ventana. Sin audiencia no hay interés, ni publicidad, ni inversores, ni dinero. Y como ya se ha expuesto anteriormente, sin dinero que ganar tampoco hay programa.

No hay una razón de peso por la que he escogido este tema. Solo era lo que tenía en la mente.

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