4.3. El documental. Tipos de documentales. El documental como documento cultural
En los productos audiovisuales, el director y el guionista muestran intencionadamente lo que quieren que el espectador vea según la intención que quieran conseguir. Nos hacen creer aquello que estamos viendo. ¿Deberíamos plantearnos si todo lo que nos muestran es veraz?
Ahí entra en juego el falso documental – en inglés mockumentary –. Consta de un género caracterizado por la ficción, cuya finalidad es hacer creer al espectador que el documental que está visionando es real. La película trata de “burlarse” del espectador o del tema a tratar. Se puede encontrar tanto en cine como en televisión.
Podemos diferenciar dos tipos: la parodia o crítica, que hace una visión diferente para hablar de algún tema o género aportando un punto de vista diferente a la realidad. Desde el principio se puede apreciar que todo aquello que cuentan los personajes es “falso”. La parodia o crítica suele englobar un tono satírico y humorístico.
El otro tipo de falso documental tiene la intención de cuestionar al espectador a lo largo del documental si aquello que está viendo es creíble. Para ello, normalmente utilizan a actores profesionales para ensalzar la credibilidad por parte de la audiencia. Dentro del documental, comienzan con hechos y datos verídicos. Conforme va avanzando, los actores añaden ciertos detalles que descuadran al espectador y le hacen pensar y reflexionar sobre la verosimilitud del documental.
El pasado año, en clase, el profesor de Montaje nos enseñó un falso documental para que nos familiarizáramos con este tipo de obra audiovisual. En el vídeo aparece como conductor principal el youtuber Jaime Altozano acompañado de varios colaboradores como Luis Piedrahita, el musicólogo Luis Ángel de Benito o Carmen Alvaredo, líder del grupo ECHO, para comentar “por qué Mozart no utilizaba el Si bemol”.
A lo largo del documental, presentan diversas declaraciones y datos históricos y musicales con un tono serio y correcto para acrecentar la verosimilitud de lo que están comentando, acompañado de fotografías y material audiovisual.
A partir del minuto 35:40, el youtuber explica qué datos son correctos y cuales son pura invención. Por ejemplo, en las partituras que aparecen al principio, el equipo se encargó de borrar todos los Si bemoles 3 para simular que Mozart no los utilizaba. O la técnica Baus que comenta Carmen Alvaredo, tampoco existe.
Como bien señala Jaime Altozano, “crear un falso documental lleva muchos meses y una gran investigación para poder crear una narrativa sólida y despertar dudas razonables en el espectador”.
El mockumentary podemos encontrarlo en otras plataformas como la televisión. Jordi Évole se encargó de confeccionar un falso documental hablando sobre una posible teoría del golpe de estado del 23F “de lo más realista”: Operación Palace. Transcurridos 33 años, para comenzar el reportaje decidieron poner en la casilla de salida al cineasta José Luis Garci como promotor del golpe de Estado por difundir y dirigir las imágenes transmitidas en televisión. “Sabino me dijo que el rey quería que fuera yo” – comentaba el director con sorpresa.
El equipo de Operación Palace tuvo en cuenta a personas que estuvieron presentes el 23F y que con su testimonio podría dar una mayor credibilidad al guion como el diputado Alejandro Rojas Marcos, que se encontraba en el Congreso, y políticos como Federico Mayor Zaragoza o Joaquín Leguina. Además, también contaron con el gran Iñaki Gabilondo, que en esos años dirigía los informativos de TVE o con un catedrático de Historia de la Universitat de Barcelona, Andreu Mayayo, para contextualizarnos irónicamente.
La propia cadena de La Sexta publicó una noticia acerca de este falso documental para aclarar y explicar las intenciones del periodista y del equipo de la cadena y del contenido que se emitió.
Como podemos leer en el artículo, se inspiraron en Operación Luna – un documental ficción dirigido por William Karel en el que puso en duda la llegada del hombre a la Luna por parte de Apolo 11 donde se insinuaba que todo era un montaje del presidente de los Estados Unidos de esos años, Richard Nixon. La producción se basaba en testimonios de secretarios y funcionarios del Estado que aportaban ese toque serio y elegante que, en ocasiones, nos hace confiar más en lo que se está contando.
Como conclusión, considero que el falso documental es una forma para que el espectador preste mucha más atención a lo que está viendo, ya que se replantea la veracidad del mismo y se fija de una manera más focalizada en los pequeños detalles para no dejar que se le escape nada. Además, este tipo de producciones, incluyendo los datos, se basan principalmente en las fuentes, con las que conectamos y consiguen que nos interesemos acerca de lo que está hablando, proporcionando credibilidad al documental.
En ocasiones, el público al no tener grandes conocimientos sobre un tema concreto del que se está hablando, se deja guiar y creer por aquello que les está contando, y esta obra audiovisual permite al espectador reflexionar acerca de la verosimilitud y la credibilidad de todo lo que vemos o escuchamos.
He decidido hablar del falso documental ya que el año pasado, con la crisis sanitaria del COVID-19, teníamos una práctica en la que debíamos hacer un falso documental en grupo. Al no poder hacerla, no pude informarme bien de lo que iba, por lo que creo que esta entrada del blog me ha servido para informarme sobre ello, ya que al ver algún ejemplo en clase como el mockumentary del “Si Bemol 3” de Jaime Altozano me pareció interesante.