5.3 Ciberespacio, cibercultura y medios de comunicación
¿Qué es Puerto Banús? ¿Por qué el símbolo del Partido Popular es un charrán? ¿De dónde procede el agua que sale por nuestro grifo? ¿Cómo se descubrió la anestesia? ¿Quiénes lucharon por la igualdad entre las diferentes etnias?
La mayoría de las cosas cotidianas y ya catalogadas como ‘normales’ no sabemos de dónde vienen. Oscar Micheaux, Martin Luther King, Nelson Mandela, Rosa Parks o Amanda Gorman son nombres que resuenan cuando hablamos de igualdad y etnias. Hoy en día y gracias a ellos y a otras muchas personas, los latinos, los africanos, los asiáticos, los indios o los gitanos podemos disfrutar de la misma igualdad de derechos que el resto de la población.
El racismo es una ideología que defiende la superioridad de una raza frente a las demás y la necesidad de mantenerla aislada o separada del resto dentro de una comunidad o un país.
Internet y las redes sociales se han convertido en el escaparate más potente para la publicidad y propaganda. Así, luchas como el Black Lives Matter se han visto reforzadas e impulsadas por todo el mundo. Los vídeos, fotografías y mensajes colgados en las distintas redes generaron empatía, y numerosas personas célebres se sumaron a la causa globalizándola aún más. La cuenta de Instagram de Black Lives Matter cuenta ya con más de cuatro millones de seguidores y la de UNICEF con más de siete millones y medio.
No obstante, y pese a llevar años de lucha, el racismo sigue vigente en la actualidad. Los occidentales, muchas veces desintencionadamente y por la herencia racista y supremacista con la que nacimos y vivimos, establecemos los roles de nosotros y los otros. Nosotros somos los ciudadanos, los que trabajamos y los que ayudamos. Los otros los que vienen, los migrantes, los diferentes, y a los que ayudamos.
En otras ocasiones, el daño se causa con una clara intención. El racismo está presente en todos los ámbitos: El nacimiento de una nación, película de 1915, fue catalogada como la más racista de la historia. El racismo en el deporte es una constante denunciada desde hace décadas por profesionales como Muhammad Ali o Kévin Réza. Y las redes sociales e internet no iban a ser diferentes.
Según el ministerio del Interior, de las 204 denuncias que se pusieron en España en 2019 por delitos de odio en internet, 133 fueron por motivos racistas y xenófobos, lo que supone el 65% sobre el total de denuncias.
Estos delitos vienen alentados por la máscara protectora que nos brinda internet a través del anonimato de las redes, pero, sobre todo, y con mucho más peligro, por los mensajes de personas poderosas y populares que forman el odio social.
En España, las redes sociales han favorecido la difusión de mensajes racistas y el auge de partidos políticos como Vox. En 2015 este partido no llegó a los 60.000 votos, mientras que en las segundas elecciones de 2019 superaron los 3.600.000 votos. Su principal campaña política no han sido los mítines sino los tweets y las publicaciones en Instagram. Santiago Abascal, líder de Vox, anunció en un mitin online el pasado mes de enero que iba a “proponer cambios en las leyes” porque Twitter les había suspendido algunas funciones por entender que sus mensajes incitaban al odio contra los musulmanes.
Ante esto debemos recordar que en un informe de septiembre de 2020, la Comisión Europea recordaba que “la discriminación por motivos de origen racial o étnico está prohibida en la Unión Europea”.
Bulos que corren como la pólvora
El diario.es publicaba el 16 de febrero un artículo denunciando los bulos que corrían a través de redes sociales. Entre muchos bulos, había un mensaje de audio difundido por WhatsApp en el que se advertía que en un restaurante chino de Gáldar (Gran Canaria) había un brote de COVID-19. La familia que regenta el restaurante afirmó que «con ese audio el restaurante pasó de estar funcionando bastante bien a solo tener dos pedidos al día”.
En el mismo artículo se denuncian otros bulos contra la comunidad asiática también trasmitidos por redes sociales en Murcia y Madrid.
La mierda no se comparte
Este es el eslogan con el que trabajan numerosas fundaciones que luchan por los derechos humanos. Personas racistas las hubo, las hay y las habrá, pero lo que los medios de comunicación no deben hacer es potenciar el mensaje que estas personas quieren escuchar. Porque se aferrarán a él como a un clavo ardiendo. Internet es un gran micrófono y altavoz en el que este tipo de mensajes no deberían tener cabida y menos, ser propulsados por periodistas o grupos mediáticos. La libertad de expresión debe estar garantizada, pero antes de exigirla tenemos el deber de respetar y cumplir con los derechos humanos.