2.El enfoque cultural aplicado a los medios audiovisuales y su contextualización histórica
El anime es un género de animación japonés que se ha popularizado en los últimos años gracias a la globalización y a las plataformas de streaming que cada vez incluyen más series de este tipo en su catálogo. Aunque parece algo relativamente nuevo, el anime llegó a España hace medio siglo. En el año 1969 se estrenó en TVE la serie llamada Kimba, el león blanco que tuvo un gran éxito entre los niños de la época. En estos últimos años se ha vuelto a hablar mucho de esta serie, que parecía un poco olvidada, por la polémica con el Rey León (1994) al que se le acusa de plagiar a este clásico de la animación japonesa.
A esta serie le sucedió un par de años después Meteoro que narraba las aventuras de un intrépido piloto de carreras. Pero, fue unos años más tarde cuando nacieron los primeros clásicos atemporales del anime en España con el estreno de Heidi y Marco en 1975 y 1976 respectivamente. Estas dos series han pasado a formar parte del imaginario colectivo de la sociedad española.
En 1978 se estrenó una de las series más recordadas de todos los tiempos Mazinger Z. Este anime rompería con la tendencia que estaban siguiendo las series del género en nuestro país. Hasta el momento el anime era de temática muy familiar, pero Mazinger Z nos presentaba una historia violenta llena de peleas entre robots gigantes en la que un joven muchacho debía pilotar uno de estos robots para combatir el ejército de bestias mecánicas diseñadas por el malvado Doctor Hell para dominar el mundo. Este fue el primer anime del género mecha que vio la luz en nuestro país.
A pesar del gran éxito que tuvo fue censurado por ser demasiado violento para la época teniendo en cuenta que eran dibujos destinados al público infantil. Por lo que durante la década de los 80 se volvió a apostar por series que consideraban más adecuadas para niños y niñas como D’artacán y los tres mosqueperros, La vuelta al mundo de Willy Fog o Candy Candy.
A partir de los 90 y durante los primeros años de la década del 2000 el género shonen dominó el panorama televisivo español con archiconocidos animes como Dragon Ball, Oliver y Benji, Pokemon, Digimon o Naruto. Este género estaba más orientado a los chicos y se solía centrar en el desarrollo y el viaje del héroe que va luchando y haciéndose más poderoso a medida que derrota a sus enemigos. A excepción de algunos animes como Doraemon o Shin Chan todos los animes en esta época pertenecían a este género shonen. También gracias a la llegada de este género se empezaron a ver en España animes que tenían una animación mucho más característica y mucho más cercana al estilo estético que hoy en día se le suele atribuir a la animación japonesa. Si nos fijamos los primeros animes que llegaron a España tenían una estética mucho más similar a la occidental.
Comparación de la animación de Heidi y Dragon Ball.
En 2008 se creó en España un canal de televisión de pago llamado Animax que estaba dedicado exclusivamente al anime y ofrecía un catálogo más variado que los canales generalistas con series como InuYasha, Outlaw Star, Trigun, Excel Saga, Orphen y Samurai Champloo.
Desafortunadamente su entrada al mercado coincidió con la crisis del 2008 que azotó severamente a nuestro país e impidió que este canal tuviera una buena audiencia. Por lo que tras unos cuantos intentos de cambio de parrilla que no salieron bien acabó cesando sus emisiones en 2013.
Actualmente la oferta de anime en televisión se limita a la que ofrece Movistar plus y a alguna reposición matinal los fines de semana en Neox. Sin embargo, el catálogo que ofrece Movistar plus es mucho más variado que el de otras décadas. Además, de que se puede consumir a la carta al igual que otras plataformas de streaming como Netflix, Amazon Prime o Crunchy Roll. Estas plataformas son la principal vía para ver anime hoy en día.
El principal problema del anime en España es que siempre se ha enfocado como contenido infantil y esta muy estigmatizado por gran parte del público, especialmente el adulto que lo mira de forma despectiva como contenido para niños. Sin embargo, el anime es muy variado y puede ofrecer desde contenido destinado a jóvenes (shonen o shojo), a contenido más adulto como son los seinen que se caracterizan por tener una enorme profundidad y tratar temas complejos. Y hasta existen animes musicales o conceptuales que innovan mucho a la hora de contar historias.
Pero, incluso entre los jóvenes durante mucho tiempo se ha considerado que la animación japonesa era para frikis o “bichos raros”. Aunque en la actualidad la gente cada vez es más abierta y el anime comienza a ir calando entre un público más amplio.
Al fin y al cabo, la animación japonesa supone un soplo de aire fresco en la forma de contar historias, en los códigos audiovisuales e incluso en la libertad creativa, ya que el anime tiene muchos menos prejuicios que las series occidentales a la hora de presentar argumentos bizarros.
¿Quieres ver a un pulpo alienígena que es profesor de instituto y destruirá la Tierra si sus alumnos no lo matan o prefieres ver a un grupo de bustos greco-romanos que quieren ser cantantes? ¿O tal vez eres más clásico y prefieres un thriller psicológico en la que un muchacho con un bate dorado ataca a sus víctimas causando en ellas unas singulares secuelas? Todo este mundo de posibilidades te lo puede ofrecer el anime si estás dispuesto a darle una oportunidad.