1.1. Historia y evolución de los medios audiovisuales (segunda mitad del S.XX y S.XXI)
La W series, de su abreviatura ‘Women Series’, es una categoría promovida por la FIA (Federación Internacional de Automovilismo) exclusivamente femenina de automovilismo con la que se intenta promover la trayectoria de las mujeres en el mundo de las carreras. Con motivo de la semana del 8M, repasamos con perspectiva el impacto real que ha tenido para el motorsport las carreras femeninas.
Creada en 2019 y cancelada su temporada de 2020 por culpa de la pandemia, las W Series comenzaron con polémica. ¿Para qué se crea una categoría segregada exclusivamente de mujeres cuando en el propio automovilismo nunca ha habido barreras de entrada por género? Esta era una de las principales cuestiones que se pusieron sobre la mesa por las principales mujeres piloto del momento.
“Qué día tan triste para el automovilismo. Aquellos que tienen fondos para ayudar a las corredoras están optando por segregarlas en lugar de apoyarlas. Estoy profundamente decepcionada de ver tal paso histórico hacia atrás se produce en mi vida” Pippa Mann, piloto de IndyCar
“Si realmente hay tanto dinero para la serie, hay algunas chicas que han sido bastante competitivas en la serie junior. Parece que todo el mundo está luchando para conseguir la oportunidad” Simona de Silvestro expiloto de Fórmula E y exprobadora de Sauber en F1.
De Silvestro hacía referencia con esta declaración a la promoción de jóvenes talentos, donde se dan casos de ruina de padres millonarios que hipotecan todo lo que tienen para que sus hijos puedan correr y tener una oportunidad de subir en el escalafón competitivo. Aquí hay chicos, pero también alguna chica, que ha visto como la oportunidad de una beca o un soporte económico por parte de la Federación Internacional se esfuma para la creación de esta categoría exclusiva de mujeres.
Las W Series, son una categoría monomarca donde todas las pilotos corren con el mismo coche: un chasis de Fórmula 3 y un motor de Alfa Romeo. A diferencia del resto de categorías, aquí no existen los equipos: cada piloto va rotando entre grupos de ingenieros y los propios coches. No existe una estructura de competición, contratos con equipos o patrocinios. Todo está bajo el control de la organización, que incluso decide qué pilotos son válidas para su programa o no en función de los test que realiza antes de cada temporada.
Un punto a su favor es el hecho de que las seleccionadas no tienen que invertir dinero para correr (y cobran un sueldo), como sí ocurre por norma general en el automovilismo con aquellos pilotos que no son suficientemente buenos para cobrar por su trabajo en un equipo grande y que corren a cambio de dinero en estructuras donde existe una necesidad imperante de dinero.
En la temporada inicial de esta categoría femenina, se realizó una selección de entre las 55 mejores pilotos de Europa. Jueces como David Coulthard o Alex Wurtz (expilotos de F1), seleccionaron junto con la piloto Lyn St. James a 18 pilotos entre las que se encontraba la española Marta García. La primera temporada de las W Series fueron teloneras del DTM, el campeonato de turismos alemán. Las carreras soporte o ‘de relleno’ son muy habituales en el automovilismo para promocionar categorías en los fines de semana de competiciones más grandes.
En definitiva, toda la gestión personal y profesional de promoción de las 18 pilotos seleccionadas, estaba ligada al mandato de la organización, que consiguió celebrar 6 pruebas con dos carreras cada una en el viejo continente. La ganadora del certamen fue la británica Jamie Chadwick, se embolsó un premio de 500.000$ que podía invertir en su carrera profesional. Este 2021 Chadwick, ha conseguido cerrar programas de competición diversos como el Extreme E, defenderá su título en las W Series y ha mantenido su contrato como piloto desarrollador en Williams F1. Podemos intuir que todo ello se debe a las W Series, aunque hay muchos peros.
Curiosamente, la competición de promoción para las mujeres, es la más encorsetada de las que existen en la actualidad y la que menos libertad les ofrece. El hecho de que un piloto no pueda proyectar en su casco, mono o el propio coche, patrocinadores personales con los que obtener ingresos extra, son extremadamente limitantes para el desarrollo profesional en un trabajo donde el dinero determina en muchas ocasiones si puedes o no firmar un contrato con un equipo.
Como en las W Series no existen los equipos, sino que cada garaje cuenta con unos ingenieros contratados por la organización, también influye negativamente en la proyección de las mujeres, pues en el resto de categorías, existen estructuras de equipos realmente amplias que son capaces de rotar a sus pilotos entre diferentes categorías. No se corre para un equipo sino para una organización, que decide todos los aspectos profesionales de las pilotos.
¿Para qué se creó las W Series? ¿Es que hay alguna regla que impida competir a mujeres contra hombres en las carreras?
El propósito de las W Series es bueno, pero el formato un auténtico desastre. La organización paternalista, que trata a sus pilotos como si las mujeres no tuvieran capacidades de sobra como para labrarse una carrera independiente, no solo lo impide en cierto modo, sino que absorbe los nombres de las pilotos más allá de la categoría. Y no, no existe ninguna norma que impida a mujeres competir en igualdad de condiciones que los hombres, aunque tengamos en cuenta dos cosas: el automovilismo no es para pobres y las capacidades naturales, diferentes entre sexos, influyen cuanto más dura es la exigencia física. Esto es una realidad.
Esto último quiere decir que las pilotos exitosas necesitan ser realmente excepcionales en talento y físico, y partiendo de la base de que por pura estadística y libre elección, hay poca presencia femenina, las pilotos que realmente destacan se cuentan con los dedos de una mano, aunque esto no tiene por qué ser malo, ni lo es.
Pero, veamos un ejemplo práctico y reciente sobre cómo se han desenvuelto las mujeres en igualdad de condiciones que los hombres en categorías superiores de automovilismo, donde el físico juega un papel fundamental junto con el talento.
En 2019, la colombiana Tatiana Calderón, vinculada a la estructura de Sauber en F1, compitió en la Fórmula 2 en el equipo Arden. Aquí en la F2 también se corre con el mismo chasis y el mismo motor, pero de los equipos si existentes, dependen los reglajes y por tanto el rendimiento de los coches. Su compañero hasta la 9ª del año, el campeón de la F3 de 2018, Antoine Hubert, quedó en 10ª posición en el campeonato, mientras que Tatiana no fue capaz de puntuar en ninguna de las 24 carreras del año. Antoine sumó 77 puntos antes de fallecer en el catastrófico accidente del GP de Bélgica de aquel año. Tras los malos resultados, Tatiana no consiguió renovar el contrato y se marchó a Japón donde disputó la temporada 2020 de la Super Fórmula Japonesa, en la cual tampoco puntuó.
Sin embargo, Tatiana participó en la pasada edición de las 24h de Le Mans con el equipo femenino de Richard Mille en LMP2, acompañada por Sophia Flörsch y Beitske Visser donde consiguieron acabar en octava posición dentro de su categoría, superando a equipos más experimentados compuestos enteramente por hombres. Fue celebrado como un éxito.
Hará falta tiempo para comprobar el rendimiento real entre hombres y mujeres en un deporte que nunca ha puesto fronteras al género. Las pocas pilotos excepcionales tendrán que trabajar duro para labrarse una buena carrera profesional, aunque el motorsport es como un acuario de pirañas donde o comes o te comen. Llegar alto o no, no siempre depende del talento, tampoco del sexo. Las W Series son un instrumento de proyección cuyos resultados por el momento se alejan bastante del éxito. Palian las necesidades económicas a costa de una filosofía anti-meritocrática y encorsetada un tanto cuestionable. Este 2021, serán teloneras en algunas carreras del Mundial de Fórmula 1, y solo el tiempo (y las audiencias) dirán si valió la pena utilizar la discriminación positiva en un deporte meritocrático para promocionar de una forma así a las mujeres.