Premio a la mejor payasa – David Moreno

1.1. Historia y evolución de los medios audiovisuales (segunda mitad del S.XX y S.XXI)

La semana pasada en una de las entrevistas de los Premios Feroz, la actriz Victoria Abril, ejecutó una ‘performance’ conspiranoica en la que solo faltó el gorrito de papel de plata. Luego de presentarse en el evento sin mascarilla, alegando que se cumplían las distancias, ante las preguntas de los periodistas sobre la actualidad, Abril empezó a soltar su argumentario sin morderse la lengua. Como si quisiera darse autobombo saliendo en todas las portadas.

 La actriz se esforzó en opinar sobre todos y cada uno de los temas de la pandemia. Las restricciones, las mascarillas, las vacunas, y como no el virus. A diferencia de otras corrientes negacionistas, Abril no negó la existencia del COVID-19, aunque sí el impacto ‘real’ que según ella, ha tenido en el mundo el susodicho virus.

 «Los muertos del Covid no son ni el 10% de los muertos totales del año” .Esto no es una pandemia, es una ‘Plandemia’”, exclama la actriz.

 Premiada con el Premio Feroz honorífico de este 2021, la actriz recordó a muchos usuarios de las redes sociales, las polémicas declaraciones de Miguel Bosé el pasado verano sobre la pandemia. En sus palabras, señalaba al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, como partícipe de una conspiración mundial orquestada por el magnate de la informática Bill Gates y la fundación GAVI. La presión social pronto hizo recular al cantante, que decidió abandonar las RRSS luego de ser visto acudiendo a un funeral con mascarilla, cuando predicaba lo contrario; o apoyar una manifestación negacionista en la que no apareció.

 De vuelta con Abril, la actriz de 61 años, con las vacunas se reafirmó en las tesis de Bosé como si se trataran de las proclamas de una secta. «No me voy a vacunar ni loca. De la vacunación no sabemos nada de ella. Esto no son vacunas, en verdad son terapias genéticas, que nunca se han hecho, que no se han testado ni siquiera en ratones.

 Además, y contradiciendo las esperanzadoras (y científicas) cifras de Israel, donde la efectividad de la vacuna de Pfizer en las primeras dos semanas ha llegado al 94% o se han reducido los casos activos en casi la mitad, Abril exclamó convencida que “no solamente las vacunas no están funcionando, sino que hay más casos positivos, más enfermos y más muertes.”. Sumado a ello, no podía faltar la puntilla sobre que esta “plandemia” es un plan para privarnos a todos de los derechos y encerrarnos en casa, pues como todo el mundo sabe, con la actividad económica parada las élites son capaces de vivir del aire.

 Podría seguir parafraseando las declaraciones de la actriz, pero ¿para qué darle más visibilidad a un discurso así?

 Victoria solo es la énesima voz discordante, de un movimiento que hace aguas, como el de los reptilianos, los ufólogos de los extraterrestres, los homeopáticos o los ‘iluminados’ de la Tierra plana. Todos ellos dicen vivir oprimidos en un sistema que les silencia, pero que sin embargo permite que puedan hablar libremente sobre cualquiera de sus temas y además sin ninguna responsabilidad civil o penal sobre sus palabras porque se amparan en su libertad de expresión. La ciencia tiene que demostrar todo aquello que dice, punto por punto, pero ellos pueden exclamar sus opiniones. Curioso que en una catástrofe mundial donde los gobiernos limitan las libertades de los ciudadanos, se hayan pasado por alto coartar este derecho en concreto.

 El hecho de que muchas voces con capacidad de influencia, más allá de la cultura tradicional, pues otros famosos en Twitter, Instagram o TikTok han seguido esta línea conspiranoica con millones de seguidores detrás, me hace plantearme si deberían o no tener responsabilidades serias exclamar afirmaciones donde la falsedad es flagrante y a veces incluso intencionada.

 ¿Hacemos bien los medios de comunicación en visibilizar una y otra vez este tipo de falsedades por unos cuantos ‘clicks’ en internet? ¿Por qué lo que antes eran las palabras de un chalado ahora son susceptibles del interés mediático?

 Ignatius Farray, uno de los tres humoristas de ‘La vida moderna’ de la Cadena SER, dijo una frase muy interesante hace ya unos años en relación a la facilidad con la que hoy día se opnia de todo: “En el país de la libertad de expresión también encontramos barrancos de gilipollez. Mucha gente confunde libertad de expresión con obligación sobre opinar de cualquier cosa”. Y no podría estar más en lo cierto.

 Afortunadamente hoy en día contamos en la palma de nuestra mano con una herramienta que nos da acceso a todo el conocimiento de la historia de la humanidad, del que podemos aprender e informarnos. No me quiero imaginar cómo debió ser la pandemia de la peste negra en la edad media. Con olas que duraron hasta 300 años y que erradicó a la mitad de la población europea. Por entonces la ciencia se castigaba con la hoguera y las explicaciones no salían del ‘castigo divino’.

El coronavirus no ha sido la única pandemia que nos ha azotado: la ignorancia. Del dicho de ‘hay días tontos, y tontos todos los días’, ahora nos encontramos con que ‘hay tontos, pero muchos más tontos de lo que pensábamos’.

Por suerte la vacuna para esta también, peligrosa enfermedad, la tenemos desde hace muchos años: la educación científica, cuyo mayor enemigo es la ignorancia. Al humano siempre le ha parecido curioso ‘buscarle 3 pies al gato’, enrevesar las cosas y montarse paranoias para sentirse a gusto con su propio ego. Debe ser apasionante para algunos descubrir su propia verdad.

Y hablando de verdades, he aquí la versión objetiva, recién salida del horno del método científico, para desmentir todas y cada una de las tonterías de la mencionada actriz. Sobre que las vacunas son unos “experimentos sin probar”, la realidad es que solo la de Pfizer, se probó en más de 40.000 personas en los ensayos clínicos de fase 3. Casi 10 veces más que en otros productos farmacéuticos. A primeros de febrero en España el número de inmunizados por las vacunas superó al de casos activos: 418.519 contra 398.238. Tampoco es cierto que murieran más personas en España en 2019 que en 2020. El INE ha publicado un estudio el pasado mes de enero donde sitúa el exceso de mortalidad de nuestro país en 70.703 muertes por encima de lo normal. Cierto es que no es lo mismo una muerte ‘con COVID’ que ‘por COVID’, pero los datos hablan por sí solos, y cuestionar algo así cuando ni siquiera podemos imaginar en nuestras mentes lo que supone que en al menos 70.000 familias haya muerto uno de sus integrantes, debería ser cuanto menos reprobable.

Le daré la razón a Abril en una cosa. Existe un “corona circo”. Toda la razón. No la dirigen los Javis como dice ella, sino los medios que dan voz a su discurso para posicionar sus noticias en los Trending Topic. Y en esta película, parece que nuestra protagonista se ha llevado el  premio a la mejor payasa. Enhorabuena.

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