5.3. Ciberespacio, cibercultura y medios de comunicación.
Se supone que estamos en la era de la información. Los nuevos medios entran en nuestras vidas casi sin llamar a la puerta y, como si de alguien conocido se tratase, los recibimos con los brazos abiertos. La televisión y los dispositivos móviles son los encargados de informar de todo lo que sucede para que toda la población conozca qué está pasando en el mundo. Pero con la llegada de estos últimos hay un pequeño problema, la propia población también es la encargada de hacer que el mundo sepa lo qué sucede en su vida. Las redes sociales están en constante auge, un auge que según los expertos nunca se va a frenar. Cualquier persona puede lanzar al “ciberespacio”, como si de una bomba atómica se tratase, información, independientemente de que sea verídica o no. Todo el mundo puede jugar a ser periodista y afirmar cualquier cosa sin ninguna base fundamentada. En este juego lo que prima es el número de visualizaciones y no los fundamentos de dicha información. No existe ninguna ley que regule las fakes news, y realmente se están convirtiendo en un problema a nivel mundial.
España, febrero de 2021. Parece un trailer de una película de terror.
Mientras el país se hunde, los políticos se dedican a reprocharse cosas inútiles dentro del dramático contexto actual, prohíben abrir negocios pero siguen cobrándoles las cuotas de autónomos y de seguridad social. Prohíben a la gente salir a la calle para ver a familiares pero sí que les permiten salir para ir a votar. Los escándalos de la monarquía salen y salen sin parar. Y el pueblo está en guerra, pero es una guerra vacía, una guerra que no sirve para nada, que no se hace escuchar, es una guerra mediática en la que las redes sociales arden, pero las calles están vacías, y las quejas no sirven de nada cuando se realizan tecleando un teléfono móvil desde un sofá. ¿Qué pasaría si los españoles no tuviesen esa arma radioactiva (el teléfono) para expresar su inconformismo? Igual saldrían a la calle y algo de esto cambiaría.
Los nuevos medios, a pesar de todo, tienen su parte positiva: nos permiten mantener relación con cualquier persona de cualquier parte del mundo y tener conocimiento de cualquier cosa al instante. No obstante, dicha facilidad provoca que tengamos menos interés a la hora de mantener una relación física, porque ya no existe esa necesidad de saber sobre alguien al que hace mucho tiempo que no ves, porque aunque llevemos años sin verlo, podemos saber qué le ha pasado día a día, en qué trabaja, dónde vive, si tiene una relación sentimental… Pero ello tiene una consecuencia: cuando vemos a alguien al que llevamos mucho tiempo sin ver no hay necesidad de entablar una conversación porque inconscientemente ya lo sabemos todo sobre su vida.
Como último ingrediente de esta sopa de ignorancia y caos le sumamos las famosas cookies, que nos muestran información en base a una predicción de nuestros pensamientos. Fundamentadas en nuestra búsquedas, las cookies nos muestran anuncios personalizados, pero da igual si el resultado de estos anuncios es bueno o malo, si es perjudicial para tu salud mental o no, internet te lo muestra, y lo digo yo, que he llegado a vivir en mis propias carnes cómo me salían anuncios de drogas para poder comprarlas en plataformas como Aliexpress. Para mí ,personalmente, esto no me supuso ningún problema, pero… ¿qué pasa cuando a un adolescente con síntomas de depresión le aparecen estos anuncios?, porque como he dicho, y está demostrado, internet predice nuestras acciones para poder mostrarnos productos que nos puedan interesar, sin importar si son buenos o malos para nosotros. Pero no creamos que se trata de una mera sincronización de códigos: empresas como Google o Facebook tienen instalaciones submarinas, de miles y miles de ordenadores, en lugares remotos, los cuales mediante su inteligencia artificial, (la cual es muy superior a la de cualquier ser humano), analizan nuestros comportamientos para ver en qué tipo de consumismo nos podemos sumergir. No importa que se tengan 14 años y la predicción sea que puedas ser muy vulnerable y susceptible al consumo las drogas y compra de armas, porque te van a aparecer anuncios de ellas. No hay que olvidar que los que controlan esas redes son empresas y lo que quieren es vender. Fin de la historia.
Cuando hablamos de nuevos medios, inconscientemente, pensamos en el futuro, en avances, en modernidad y en progreso. Pero este término opino que engloba justamente todo lo contrario: estamos volviendo atrás, retrocediendo, pero de una forma nueva. Se vuelve al siglo XIX donde se clasificaba a la gente por pertenecer a una determinada clase social; pero ahora ha nacido una nueva clase social, la del número de seguidores que se tienen, ya que cuanto más alto es más prestigio le dan a uno. Unos seguidores que son muy fáciles de conseguir cuando se empieza a sexualizar el cuerpo. Al igual que en siglo XIX la población estaba manipulada por las ideas de la Iglesia o la religión, ahora lo está por las fake news. La ignorancia recorre nuestra sociedad, porque a diferencia de otros tiempos, ya nadie pregunta o cuestiona nada, todos tragamos lo que se nos dice, como si por el mero hecho de estar en una pantalla fuese verdad absoluta.
Las manifestaciones cada vez tienen menos participantes, puesto que la gente tienen la falsa creencia que escribiendo un tweet manifestando su inconformismo respecto a algo están ya aportando su granito de arena, y desgraciadamente es arena que se esfuma con la más mínima ráfaga de viento.
Voces vacías, lucha de egos como lucha de clases, noticias falsas que hacen entrar en caos a civilizaciones y un control total sobre nuestros cerebros, todo ello consecuencia del mal uso de este tipo de nuevos medios. Puede ser que ahora estemos en pleno boom y con el énfasis de estas nuevas tendencias no veamos lo qué se nos viene encima; porque es triste que una sociedad que había avanzado tanto esté volviendo atrás, porque como ya dijo Einstein en su momento “temo que el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad el mundo tendrá una generación de idiotas” y ahora yo lanzo una pregunta al aire: ¿la ha sobrepasado ya?
Fuente de la imagen: Montaje realizado por Carla Meksoub Grau.
Carla Meksoub Grau.
20/02/2020.